11 de mayo de 2008

Anotación.

Falta media hora para que todo esto pase a ser lunes. Entonces quedará atrás la espera de hace un rato, la cerveza que lentamente se calentó, y antes los fideos y Bartok, y quedará también atrás el despertar con el timbrazo y no llegar a enterarme de quién se dignaba, de quién molestaba a la una del domingo, y atrás quedará el bañarme, el secarme pisando colillas húmedas, el vestirme sin nadie más, la casa sola y yo.

Comenzará el lunes, comenzará la vuelta a casa, comenzará el tener que preparar más fideos (para comer: para alimentarme), comenzará, nuevamente, una vez más, elegir de entre los pocos libros que tengo ahora cuál revisaré, cuál me causará placer, comenzará, nuevamente, una vez más, poner un disco y escucharlo, y el pensamiento se va hacia adentro, disparado, y mis oídos se me bloquean, y cuando escucho nuevamente ya han pasado dos o tres piezas, dos o tres temas, dos o tres tracks, o estoy dormido y, entonces sí, soy duración plena.

De casi todo, el tiempo prefiere pasar, dejar atrás, disolverse en nada.