31 de julio de 2012

Porque

Colapso o cuerpo, desmesurada la torsión: rizo en el Ser, esporas amaneradas garfio. Limo tus mañas, adobo con unción, ducho látigo, los aljamiados dinteles. Cruje como desde arriba el morbo, morbo casi que ni salaz, chancro descuartizado de todo neceser en andas. Ujier para medir a bandas, y para que ejerza entre actos, rapto de la corsorte o sirte, recolección de estatuillas del siglo IV, miniados manuscritos de la alcancía, fuelles de esos que espetan imaginarios, dichoso tu meollo, calígine sincera, miríadas de esputos y venablos piel o sal, consigna arisca el dromedario en cueros. Corrupto el estropicio, desguaces de ocasión y Mirabeau entre cuerdas; glicina atemperada, lícito pespunte y lija de un adiós definitivo a nuestros cólicos fatales: tales, los caduceos de aguaitar. Solícita la carroña o picaflor de estero, mandobles o medallas el escaparate actual, por más que tu arroz, incruento como rodado del veinticuatro mil o menarca desleída, se deshiciera, se persignara entre los sardónicos impulsos de aquella la tu riña, de aquella la tu disputa: loca, loca. Fumo como el colapso, cartas tu malinconía pura, cortesana la conducta del arriero. Carranza la matanza como fintas urbes o de la estulta calleja en ripio. Callada caminó: como Corinto apalabrada entre las señaladas sogas del desunir. Ardido como el Arte de las sensaciones calmas, perrito de Pavlov o fulcro del Arístides campesino. Porque tus salidas menguan. 

10 de julio de 2012

Vade retro, clonazepam!

Basta. Que el clonazepam lo tome otro. Seguir dopado, no. El entumecimiento muscular, el quedar encorvado cual jubiladito que tiene que llegar aún a la próxima esquina son cosas que tendré que pasar a deseárselas a mi psiquiatra, o a su abuela, si es que todavía es de ser. Es insoportable no poder articular bien las consonantes las primeras dos horas de despierto, es insoportable llevarse por delante bibliotecas y demás objetos grandes, es insoportable dormir tanto tan agotadoramente ya. Decidido: me arriesgo. Y mando a la esperemos que nunca bien ponderada salud mental a la real puta madre que los parió a todos juntos. 

(Sí, sí, Mejoradora: mañana hablo con la doc. La vaga debía estar muy ocupada comiendo su fastuoso asado 9 de Julio, o locro, 5 platos lo menos --con lo que me luquea la sesión...--, las dos veces que le hablé; digo, quise chequear con ella el asunto, pero "no responde al estímulo". Sí, sí, Mejoradora: mañana confirmo con ella --o en todo caso en el turno del jueves-- "la suspensión temporaria del servicio"; pero es que no doy más, entendeme...) 

Dicho lo cual, fumo de mi Imparciales. The Ivo Perelman Quartet hace de las suyas, auriculares mediante (dormís dulce, temblequeadamente). Observo a  Lagarto descansar en su cucha: capaz que te lo saco a mear dentro de un rato: si logro dar forma a esto que me he puesto a escribir; y si no, también. Fumo de mi Imparciales y tomo el consabido mate; y hace frío. 

¿Por qué cortar con el 1 mg de clonazepam que me estoy mandando de a dos pastillas de 0,5 por día, de hace dos semanas ya? Sencillamente, porque las muy hijas de puta me tienen muy pelotudo idiota mal. Ya cumplieron su función: bajarme los decibeles, dulcificarme. Ya está, sí; pero la cosa se fue de mambo. Me duele todo el cuerpo, despierto físicamente exhausto, me duelen todos los músculos todos y, a cada despertar, me lleva de dos a tres horas desentumecerme. Tengo todo el derecho a no padecer tantas y tan "enojosas" (¡tomá!) consecuencias secundarias indeseables; y llevo 20 años de pastillas como para que no saber que esta vuelta no se tiene, ni mucho menos, por qué ir todo a la mierda. (No tema, Mejoradora, no tema; o, si me nota rarito, raje para el depto, olvídeme por unos días, don't preocupe it...) 

- . - . - 

Tengo grandes planes: leer. Hoy agarré el violín y estuve haciendo un poco de liso (punta, medio, talón), viendo qué tal anda el movimiento de falanges. El sonido no salió del todo asqueroso (a no ser el talón, la verdad que bastante desmañado incontrolable mal). Toco con tres cuerdas, lo cual, admitámoslo, es una especie de contrasentido. No sufrí. Repito: no sufrí. Quizá tocar violín haya pasado a ser una cosa posible para mí: una más, entre algunas otras pocas.

Tengo frío. No estoy calzado. Mis pies reposan sobre la alfombra causante del golpe que se ligó Lagarto: ¡y cuán salvajemente, hélas, me ha sido facturado el desafortunado percance de "la criatura"! Miro la foto de la abuela, que se cae. El farolito naranja está apagado. Quizá lo prenda y lea: tengo grandes planes. Otro sería ganar guita; pero a tal pergeñe medio que todavía no lo entiendo. Me acuerdo de Mara y me pregunto qué será de su vida. Mara la petulante, Mara la Nereida, Mara la desinhibida. Tomo mate y me dispongo a verlainear. O no: leeré Actualidad del anarquismo y le seguiré criticando los argumentos sin ningún tipo de pruritos. La cosa es que no tengo ni aca de sueño (dos o tres siestas por la tarde), y el frío invita a leer. 

(Poné, Mejoradora, que "Me gusta"; sé piadosa con estos palotes busca-clic para el lucre qué-lindo-sería-un-primer-millón-de-un-saque. Me acomodo la espalda: mañana iremos a por ese caloventor que tanto estás deseando. Mañana madrugaremos e intentaremos no chocar. Para mañana quedan las chuletas de cerdo que ninguno de los dos se comió hace un rato, por más que ya se hubieran descongelado, porque los dos clavamos sueño, y porque, en el fondo, a ninguno de los dos nos hicieron falta perdices esta vuelta. Mañana quizá nos bañemos de nuevo juntos: y seguiremos pergeñando La Babía y su forma; y habrá solcito.) 

7 de julio de 2012

MORBO

La gata, en la falda; el Lagarto, que se la agarra con una de las zapas que la Mejoradora, gentil y apiadada (asqueada, reconozcámoslo también, con el olor a queso sardo de mis patitas), me pasara hace unos pocos días; un mate recién comenzado (gracias, ¡oh, Sandra!, por haber tenido en stock calentadores eléctricos a un precio razonable...). Y el cansancio sublunar de un cuerpo que ya tomó las pastillas para el no rigor, y que, ahorita mismo, no tiene ganas de cenar yá. 

Prendo un Parisiennes. Moto-Moto me los hizo a $8,50, cuando todo el mundo sabe que están a $8,25 (¡¿o habrán aumentado en el ínterin, la puta madre, INDEC?!); concedí los $0,25 "graciosamente": el guaso (fitness y fijador) está haciendo "importantes" refacciones en su local sito frente a Policía Judicial (ponele), y tiene que tenerlo vistoso, lindo, hot: target que busca. Los concedí también porque la Amada me susurró, cuando llegábamos: "hoy no hinches, querido, más las pelotas". Ante todo, el minón patrio con el que estoy saliendo; y echar más mocos, por estos días, la verdad que probablemente significaría el "acabose" famoso del asunto o Vida. 

A la vaga la dejé, soñando y reposando, en su depto céntrico, y me vine a las apuradas pa'l rancho. "A la hora de huir, preferimos los taxis." El control de marras fue llevado a cabo por un "oficial de (indudable) sexo femenino" y de gran porte, que pareció relamerse de ¿malsano? placer ante la "presita" de gorra que se le ofrecía, o sea, yo: desde el miércoles a eso de las 00:30 hs. "carezco de identidad" (¿así fue la frase, Negro total?); por más que hoy haya denunciado robo de billetera (¡DNI!, ¡CARNET DE OBRA SOCIAL!, ¡2 TARJETAS 2 DE COLECTIVO, CON EL Nro. DE MI DOCUMENTO INCRUSTADO EN EL CHIP DE AMBAS!, ¡ETC.!) (¡Y LA COSA ME LLEVÓ, FÁCIL, TRES HORAS, DE MÜLLER A EMPALME A MÜLLER, Y EN AYUNAS, TONERRE DE DIEU!), no tenía conmigo la constancia (de qué, ya ni quiero saberlo), ni fotocopia ni nada de nada --sólo plata--, y se me vino, "de nuevo una vez más", el semblanteo o Función. ¡Mamita querida!: ¡¿por qué mierda estaré conminado a vivir totalmente inmerso en las redes todopoderosas de un Estado dado?! 

La cosa es que me cebo el segundo mate. Lindo, escribir. Felisa permanece sabiamente en mi falda, y las "bagatelles" de Jesse Stacken me devuelven a cierta... ¿meditación? Digo, habiendo ya contado lo que tenía para vomitar. Escucho, así, los sonidos de la calle, ahora. Pasan, cada tanto, autos, pasan motos, y Magnolia zumba, silente. Le subo el volumen al Equipito de la Sil. Miro el telgopor de los ahora "frondosos" cactos que me regalara ¿quién? La Mejoradora ha quedado allá, en el Centro, y La Babía está a mi soberana disposición. 

Prendo un pucho. Ganas de cagar. La Sala Naranja adquiere, de pronto, cuerpo. Lagarto ha hecho un gran quilombo gran (todo el día encerrado; dos o tres "cloritos": ¡agarrate, lavandina!). Miro una "postal" NUNCA MÁS que colocara la Amada en la pared, y que uno puede fácilmente observar de levantar nomás la vista del monitor: el hombre del facón, El Asesino Del Facón. Elefantitos, de otra parte, que se suceden, al lado, mediante una soguita o ataduras, y todo, de colores varios, lineal conjunto que miro colgar, trompita hacia arriba cada uno, y cada ojo, mirándote de costado. Cortinas. Sala Naranja, sala del estar solo, mientras la Mejoradora de Mates duerme quizás su gran agotamiento... 

(Porque esta última euforia, sofrenada ya, la dejó exhausta; porque, si bien no salí del todo mal parado esta vuelta --¡por suerte!--, la vaga ni por asomo se esperaba un Baile tan furibundo violento congas a mil, frenesí e irritabilidad ciclópeos... Fuego que hay que mantener prendido, sí, pero buenamente, no jodamos; fuego en que tantas veces me vengo consumiendo chotamente pobre mal, y cuyos daños colaterales más me valiera no seguir perpetrando; fuego o pulsión de MORBO.) 

3 de julio de 2012

Para qué hace uno las cosas

El amor, el ojo del hacha, y el interés. El egoísmo, por eso de que el psicoanálisis mal entendido manda que hay que tirárselas de singular total, destruye amores. Amor va con altruismo; al menos así lo veo yo. Luego de esta descarga, todo puede comenzar a ser dicho. 

Frío. Tengo prendido un calefactorcito eléctrico acá nomás, a escasos 30 cm del cuerpo. Hay puchos. Cecilia duerme en el sommier y yo escucho Vía Límite. Luego de la famosa disputa por la colcha, me levanté sin más, a terminar de escuchar el programa, con un dolor de espaldas importante. Queda la pieza de las visitas, queda relajarse. Lagarto duerme sobre una toalla azul, sucia ya. Felisa no sé por dónde anda, pero ya cagó. Prendo un Viceroy y exhalo suave: suena un como que viento en el programa que escucho, y Lagarto respira, durmiendo. 

- . - . - 

Leí Tomás Ibáñez, leí sobre energía según San Clarín ("educarás al Soberano: enciclopédicamente"), fui anotando gastos: minuciosamente. Pasó mi vieja. Trajo una viandita. Al mediodía preparamos con la Ceci un fabuloso guisazo tremendón gigante bien, con verdurita cortadita chicongui que habíamos preparado de otra vuelta, fideos tirabuzón, tomate triturado y no sé qué otra magia le habrá puesto la Ceci. Yo había despejado la mesa, y mal que mal la volvía a disponer para el almuerzo, mantel de hule incluido. Nos sentamos, faltó pan, fui a comprar y volví, y comimos opíparamente. Quedó un montón: en olla de aluminio vieja heredada, quedó para el picoteo. 

Pajereamos. La Ceci partió para el Turco, y yo me quedé en la veterinaria. Pobre Lagarto: hizo sociales, se ligó la primera dosis de la quíntuple recién a los tres meses de iniciada la travesía, amén de media pastilla de antiparasitarios, compré 6 velitas 6 onda lavanda en lo de la Sole, amén de un poco de papel higiénico "del suavecito" ("no rasparás, no rasparás") en El Tigre, y me volví pa' La Babía. Volvió la Ceci, bellísima hermosa bien, y al rato cayó el Gabo. Mate y parla, nosotros, mientras la Ceci usufructuaba Magnolia, para luego irse a dormir, mientras, nosotros de nuevo, profiteábamos una Báltica y una picadita ($4,50 los 100 gr). Partió Tal Gabu, me quedé leyendo. 

Y comí de la olla, sin calentar, y hubo cansancio. Y me fui al sommier, y hubo tirón de colcha: Cecilia no quería compartir, y no hubo ni pelos en la lengua. Así que me vine a escribir: sin Curitas Mandamases, sin Semblanteos Contracaripeleros, sin "Claro chorea aussi", y menos Paraguay. Fin de jornada patapúfete calmadete feo.