25 de agosto de 2008

Qué gracioso

Nos engañamos, che: tenemos esa edad que tenemos, y todos los nuevos lo saben. Y te marcan con el Ud., basándose en familias y sistemas, y no se equivocan. Mis sienes comienzan a platearse. Vos te podrás teñir, pero pasaste ya, y varias veces, por la increíble maternidad; y eso se nota, creeme. Por más que aparentemos 35, no es joven esa edad.

Te cuento que le cuento a alguien más que el mate es otro modo de mi culto a vos; huesos crujientes son, lógicamente, soledad, distancia -de todo cuerpo lozano, es necesario-. Llaves irrisorias, por arbitrarias, para los de palo; y sé que vos misma te sonreís, irónica, no desconcertada pero rechazando. Entonces crujo, entonces comienzo a cebar.

La edad nos destrozó. Me miro y no me miro en los espejos: no me soporto esa facha de cretino hundido, no debo aceptarla. Vos inmutable, sí, pero en voz y gestos. No podemos mentir lo esencial: tenemos una forma que nos es, que cada vez se pierde más en pasos/sierpe. Hablabas, claro, del jardín: tesoro frágil; y no enterdernos, chocar obligatorio.

Tengo una frase mía que hace poco te oí diciendo; y ya no sé si es mía o te la heredé: tal es jardín, perdido, morcelé: andróginos errando por mitades, me negaste. Hiciste el mundo: posás inaccesible por conducta.

Todos mis poemas de vos han sido verdaderos: porque te hablaba, ausente. Y la literatura es una chanchada triste.

22 de agosto de 2008

Base del palimpsesto

Objetos de la descomposición, ardió su fiambre, como cualquier medalla solipsista, entre junturas grasas y cariacontecidos limos de adocenado endiosamiento o símil vaca. Desde arrecifes atisbó meandros; para saber, colapsó.

Todo lo suyo, un diente: crujía por mancuernas de Escamandro, y sopapeaba bichos o escribidores malditos, como si su montura, lazo cabal, no orinase. Anitra se ausentaba, paso sainete o pasión del manoseo requerible, duradero. Palabras como piedras, moléculas como cuentas, deshilvanó un esbozo de acercamiento o rapto veloz. Déficit de la memoria: brazo quebrado, visión de arrobo, requería como un lactante tontito. Podía percibir; prefería rascar lasañas de costeleta. Perchas.

Cuando el temita del giro, se detuvo ante un portón de antes, cornamentas como fusiles. Cebaba lo que oía, retroalimentación regulativa sus esquinas de besar putas de a montón. Cada vez que el cierzo, se extrañaba, irisación o velos como estropajos. Material que aprovechaba, cuando su dedo mayor o vela de lograr metas se fue -perdía casos-, dejó de ser humano. Entonces, arrejuntado en andas, resistió.

Mecacho en condición de alfanje, soñó la herida; porque de las mesas tendidas llega la cana. Todo se sabe, mi reprimido.

16 de agosto de 2008

[s/t]

Tiempo para mí. Linda siesta, de ojos cerrados. Y escribir: con ánimo dispuesto.

Suena Haendel, apenado, violín y oboe -y la base-. Olor a pata, no me pienso bañar. Fumo, preparo mate, veo un vasito de yogur, cuchara dentro, estancado de hace días, en esta mesa de durar. Hubo acomodo, al mediodía; pero difícilmente mi casa llegue a ser de las totalmente prolijas; de ésas de las viejas que barren la vereda, todos los días, a la misma hora.

(Sí: puedo estar en la inmundicia. Mientras no sufra hambre, todo lo acepto: estómago capaz.)

Fumo, espero el agua: música que suena, la brisa -ventana abierta, y se estremecen lentamente las cortinas, de a ratos-, perro que ladra, a lo lejos, sábado circular. No es fiaca: es ocupar la pieza, sin prisas, sin apuros, sólo porque estoy aquí; otras veces no ha sido así. Reinado diferente, consiste, más que en hacer lo que a se me cante, en no tener que hacer nada: no estar constreñido a nada. Aunque sea por un rato; imperio trivial y sabroso.

Así, yo por mi casa, panchamente establecido en este dominito. Pasa una moto, allá en la calle, y pasa. Como esos muy respetables -para mí- sabios que predecían el paso de una mosca (gloso mal), así me siento de sosegado. Un violín patético -tonos menores, disminuidos- reclama.

Toso para gallear; pero no puedo sacarlo, no puedo pelearlo. Lo trago. Como una flor 'hideuse' y bella que brota de un pantano neblinoso -la comparación no es exacta-, surge del acompañamiento orquestal un nítido violín, en este segundo movimiento, y finalmente todo queda suspendido. De hace más de 20 años que Haendel está en mi vida; lo mismo que varios otros barrocos. La técnica del violín depende de su historia, de su desarrollo real; lo cual es bastante razonable. Fumo para que pase el tiempo, lo sé; por más que la teleología toda derive de una simple estructura gramatical, y sólo eso sea. Que ya es mucho, por otra parte: ¿cómo desproveernos del 'para'?

Tiempo al tiempo; aceite al engranaje.

12 de agosto de 2008

Diganlé...

diganlé ¡oh!/ diganlé que vaya a buscar/ a su amigo eterno/ todos con su fibra de láser/ sigan la mañana/ sin contar cada día/ ¡ah ahahah!


Madrugar, madrugar: por cuestiones de salud (pastillas). Encima, pocas horas de sueño. Podría haberme vuelto al sobre, pero no: me desperecé a lo largo de más de una hora, Esplendor mediante, tonificante, leyendo blogs. Y ahora, escuchar música, escribir. En CNPT, uno puede llegar a sentirse bastante bien, y hacer cosas de que disfruta.

Retomé filo. Y no sólo para llenar las horas (por más que, despechado o descreído o soberbio, algo así me hubiera prometido o prefigurado, hará un mes). No hay caso: me gusta. Me gusta el lento rigor que pueden llegar a alcanzar las argumentaciones, más allá de que hagas mera retórica persuasiva mal (¡la escritura!) o que estés "comprometido" con lo que estás diciendo.

Lenguaje muchas veces de mierda, no literario, digo, a veces ilegible, lo que les importa, al parecer, a muchos filósofos es a dónde les permiten llegar, con el pensamiento al menos, esos textitos "grudosos", redundantes, que a veces parecen escritos por idiotas obcecados.

Me pongo a observar también a los sucesivos profes (horas del día), su lenguaje, y muchas veces adoptan un lenguaje muy choto. Quiero decir: nos interpelan, por ejemplo, sin interpelarnos, esto es, en un diálogo forzado. Se olvidan de pasar la palabra, o la pasan mal. Se transforman, cuando empiezan a "hablar filosóficamente", claro.

Un amigo anduvo en evaluar la filosofía (sus supuestos; sus modelos de hombre, de sujeto, por caso) desde la sociología. Mirar qué se hace en la facu, en filo, desde la sociología, la antropología, la psicología: te seguís cagando de risa, a veces, pero un poquito más científicamente.

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"¡Éste es el hombre de hielo!": diez menos veinte de la mañana. "La música de los ochenta" (hubo muchas, como siempre; pero se entiende a qué me refiero) me la pasé por alto. La escuchaba de lejitos. Como andaba con el violín y con la música clásica, mi temprana norma -abandonada tipo 18- fue despreciar al rock, esa musiquita. Bien que sonaba; bien que, de un modo u otro, quedó en la memoria emotiva.

"¿No ves que ya no somos chiquitos?" Me crujo el morbo (quiero decir: la espalda), pienso en el morfi. Tengo una muela a la miseria: mal desperté, y andá a saber qué pase cuando mastique, y si podré masticar. Cielo azul, toque de gris, pájaros breves que se entrevén en vuelo: "¡Ludmiiila!". Muy por mí practicada técnica de escribir dejándome poseer por la música de turno; y abandonado tengo el escribir poemas. Llegaba a los 150, 200 por año: locura del aislamiento. Algo quedó de habilidad: para mejor o peor.

11 de agosto de 2008

Requisitoria fiscal

Qué lindo, un "Todo Shakespeare"; andá a saber cuándo lo termino. Me lo prestó una amiga que ahora lee Liliana Bodoc, alguien -mi amiga- a quien conozco de hace, calculábamos, 20 años. Y nos sabemos de memoria: por más que nos malentendemos muchas veces -casi que necesariamente-, hay cierto confort en mirar su rostro y saberlo, hay cierto bienestar (incluso espiritual) en agradarle. No soy amigo fiel, sino de siempre.

Tapas azules, 2 tomos, 2 columnas (la Biblia, bah), hojeo la intro del traductor. Gallegazo palmario, con la retórica al uso, esa erudita y medio floreada. Estoy decidiendo si leeré las notas al pie o si me castigaré con el texto purito: cada alternativa tiene lo suyo. Lo mío: seguir leyendo. Días inacabables de ser libresco: desayunar con libros, destinar la vigilia a los mismos, nunca soñar con ellos.

Fumo, claro. Me doy con Esplendor. Me tiro un pedo: largo, vibroso. Felisa toma agua de la bacha. Pasó el Día del Niño, no vi a ninguno de los de los parientes. Míos, no hay; tendría que chistearme alguito.

Ahora hay un nuevo Word cuyo formato no entiende el Writer 2.2. No quiero proselitear, pero tampoco me jodan a mí. Toso carraspeando: padezco mis 13 años de tabaco (¡la yeta!), por fin, al cabo. Felisa me mordisquea suavemente, juguetona, la pantorrilla desnuda, y luego corre, loca: comienza su jornada. Yo todavía me desperezo: las 7 horas de sueño, no estoy acostumbrado.

Fumo: es una afirmación, no sólo proposicional. Antes de hacerlo, escribí varias cositas con "alguien fuma" o similar: admiración del gesto, de la pose, de cómo se dispone un cuerpo dado a la hora de ¿argumentar? un cigarrillo. Será la publicidad, será alguien muy remoto, será una imagen firme: la cosa es que quedó. Fumo: y me maravillo.

4 de agosto de 2008

'Visage'

Mañana bastante fría. No es que esté destemplado. Desperté temprano, estudié un poco, me volví a acostar, una horita. Y no hay vacío. De hace meses, no hay vacío, no hay ansiedad. Y me extraña, y no me congratulo (pero lo encuentro natural, disfrutablemente llevadero), y escribo y leo. Como un experimento sobre la propia carne, anteriormente padeciente.

Fumo mi buen CJ. Recauchuto el mate, lavado y frío (recauchutarlo: comenzar a cebar de nuevo), y sigo con la vista el humo que se desprende de la brasa. Quisiera volver a leer ese poema sobre fumar que está en Partes del todo. Es así: una constancia, una tónica, quizá una técnica. Un modo de durar, en todo caso; pero esta duración no es pesarosa, digo, no estoy ya a la espera, al acecho. Soy una cosa más, que ni tiende ni se distiende, no mucho -no exageradamente-, en todo caso, al menos por el momento. ¿Dominio de los apetitos?

Toco la quena, estos días, y mejora, una vez más, su sonido. El caramillo o lo que fuera de El juego de los abalorios... Sonrío un poco travieso: afloran muy viejas lecturas, muy internas, muy de base. Bamboleos de la actividad: no somos uno. Parece que el tiempo sobra, hasta para las recaídas. El tiempo: verdaderamente medida del movimiento.

1 de agosto de 2008

Pifiadas de ojos cerrados

Hilda Herrera. Ojos legañosos. Yerba "Esplendor". - Desperté levemente desasosegado, como embroncado. Algo pasó, dormido, y temo unos cuantos días de embole. Y para qué. Dejé maullar lastimeramente a Felisa mientras preparaba el mate, recién le abrí (y poco le hablo) al rato; no, no me gusta.

Tan cómodo el bienestar: te creés bueno, creés que podés superar amablemente todo. La ecuación socrática, esa de la que habla Nietzsche, ¿me había, nuevamente, poseído? - Suena una alarma chillona, que se corta al ratito, y no hay fórmulas.

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Leí un viejo libro de Julio Requena, reeditado lindamente ahora. Ruinas de Ongamira, creo que se llama. Versos, a veces rimados, muchos alejandrinos, de expresión digamos que diáfana.

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Conclusión: inconcluso.