30 de diciembre de 2012

La piedra

Uno tendría que hablar del mundo. De cosas interesantes o, al menos, importantes. Hablar, por ejemplo, del caso Marita Verón; o de los agrotóxicos; o del cospelazo, que se viene. Uno tendría que decir: "esto está mal, esto está bien; esto es nefasto, esto salva". Pero no lo hace. 

Uno tendría que mezclarse con el mundo. Ser uno más. Activar. Uno, que está en su rinconcito de libros y que escribe cada muerte de obispo poemitas de la ociosidad, tendría que decir: "sí, estuve en una marcha, y había mucha vida, ahí; y además rechazo fuertemente el peronismo de Cristina Fernández; y realmente, aunque no sea consecuente, me parece una mierda que lo que impere en el mundo sea el neoliberalismo hedonista; y no me siento cómodo, y acá la cana semblantea mal a todo negro, a todo joven, a todo pobretón". Pero no lo hace. 

Uno escribe cosas de la literatura. Y cuida su prosita. Y se desvela y piensa si en el fondo lo de ser blogger no implica convertirse en un apabo funcional al sistema. Y se retoba y deja de escribir, y luego vuelve; porque quiere experimentar una vez más la gloria y la miseria de ver cómo varían las estadísticas de uno en Blogger. Y uno es en el fondo un ocioso y un desocupado, escriba o se resista. Y uno es un loco: un becadito por demencia mal. 

Entonces, esa idea: habría que mezclarse con el mundo. Mandarse La Gran Hortensia: "estoy acá para decir lo que se me ocurra, ¿o no?". Eso al menos da ilusión, eso da sensación de renovación. Y uno piensa. 

"¿Qué escribir?", eso es lo que uno piensa o se plantea. Y cree que la cosa ya no pasa por el capricho, por expresar lo hondo aburrido enteco de uno y sus cositas, sino por comenzar, de una vez, a escribir: para los otros. Uno piensa, a veces. 

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Pasan los autos por la Agustín Garzón. Como ya son las seis pasadas, y por más que sea domingo, comienza a haber un poco más de circulación. Ya amainó bastante el griterío de los gorriones; hará una hora o poco menos arreciaba. Las mascotas dormitan; la Mejoradora descansa; sólo yo, en La Babía, estoy despierto: cerrando la jornada. 

La poesía no da para más. ¿Qué sentido tiene ventilar cuestiones privadas, dolorcitos necios que el verso medido maquilla? Como una lupa puesta sobre cuestiones en el fondo intrascendentes para el lector; como diciendo constantemente, obcecadamente: "¡eh!, ¡aquí estoy yo!, ¡existo!". Pocas y pobres canteras que se agotan; de donde ya, a esta altura, extraigo apenas si variantes extenuadas, por estulto deporte. ¿Qué implica hablar de continuo sobre las propias cuitas? El borramiento de todo lo demás: del mundo. Hay cierto gusto, no lo niego, en leer y en escribir un buen poema; pero ese hecho, que es real y que puede ser intensísimo, ya no compensa: hay que cambiar. 

Entonces intento verme a mí mismo, en mis textos, sí, pero desde los otros: intento pensar qué pensará de mí el eventual lector de mis cosas. Y, al menos por estos días, constato que la imagen que de mí doy vale bien poco: yo fui pupo del mundo. ¿No suceden cosas a mi alrededor? ¿No le sucede nada a los otros? ¿Sólo yo la paso mal? Lupa que agigantó una pulga, la verdad que me aburro últimamente de mí mismo. 

Y, así, hay que volver a aprender a escribir. Me acuerdo de lo que alguien me contara alguna vez: un estudiante de plástica, que sólo pintaba caballos; le rechazaron el trabajo de tesis por "monotonía temática". Tomar nota; que medre la anécdota. 

Vaya a saber cuándo vuelva a escribir. Vaya a saber qué consideraré, entonces, interesante o, al menos, importante. Un propósito de enmienda es lo más menesteroso del mundo: porque implica trabajar contra lo más perramente enraizado de uno. Y uno, ya se sabe, tropezará siempre con la misma piedra. Maldito Sísifo. 

8 de noviembre de 2012

Completo día

A ver, hago memoria: desde Uslar Pietri, Goytisolo y Romero que no compro libros. Lo que sí, me regalaron uno, y encima de poesía, titulado La soga en los pies, cuya autora, Angie Ferrero, me lo regaló con una hermosa dedicatoria.

Pero leí. Sigo sufriendo con un libro de ensayos sobre poesía latinoamericana de un tal Guillermo Sucre, lectura que me aburre y desespera; también, ¡Mario Benedetti!, con su simpático Inventario (había que compulsarlo por segunda vez, alguna vuelta: ese temible día llegó); Edmond Jabès y su bellísimo Je bâtis ma demeure; el bueno de Fernando de Herrera, al que no logro acabar (se pasó el siglo XVI escribiendo innúmeras variaciones sobre un mismo poema, una misma luz); poco más. 

Seis de la mañana: escribo. Escribo y amanece fresquito; soy consciente de que el calor arreciará. Estuve escuchando Laurie Spiegel a eso de las tres de la mañana, y luego feisbuquié. Y feisbuquié y feisbuquié; en mi caso, esto equivale a revisar completo el muro general sin prácticamente hallar nada interesante. Así que, para contribuir a la confusión general, amado Aldo, haré mi anotación del día y la linkearé, muy prolijito el chico, en ese amado/odiado sitio. 

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El día comenzó, como es costumbre, a la una. Ya la Mejoradora estaba en casa, de vuelta de yugar. Armé a duras penas un mate, enquilosado y turbio como siempre (sucede que me canso de ser bipolar). Algo debo haber leído, pero, la verdad, no tengo idea de qué haya sido. Había, maravilla, en la heladera: paleta, queso, aceitunas negras, huevos, tomate, atún (ignoro cómo, o mejor dicho cuándo, llegaron esas latas ahí). Había, en el cajoncete desvencijado, fideos tirabuzón. Era simplemente cuestión de armarse de valor, de conseguir desentumecerme, de recuperar el habla ("linda: ¿dónde está el aceite?"), de hacer de tripas corazón y, finalmente, cocinar. 

Lo hice. La Ceci estaba, brega que te brega, como incrustada en Vieja Digna, con sus mil cositas y cosazas (?) gestoriles. Quedó hecho el potaje (otros lo llaman ensalada mediterránea de fideos), puse la mesa, nos dimos a morfar. No logro ahora recordar qué sucedió a continuación. Me parece que Cecilia se quedó webeando y yo me fui pa' las piezas. Y ahí fue lo de Sucre: le di en voz alta, habiendo logrado por fin recuperarme de los miasmas del sueño magullador de cada día. 

Por lo general recuerdo poco. Pero esta vez tengo bien presente qué hicimos tipo seis. Palita jardinera en mano y silla del tío, me puse a carpir la tierra alrededor del mandarino, mientras la Ceci regaba. Pasa que está la idea de sembrar pasto (el pobre patio fue de tierra, barrida todos los días, hasta no hace mucho), así que había que poner urea, según le reveló San Google a la Mejoradora de Mates, como paso previo a la siembra. Estuvimos así un rato. Luego, "y dado que" el Lagarto se nos escapa fácil por la reja de adelante (sé de una que puso el grito en el cielo la semana pasada: el E, ese animal típico, casi nos lo pisa), pasé como una hora poniendo un entretejido anti escapadas en la ya mencionada reja. Silbé partes de una zamba que me emociona, y el comienzo de La Quinta ("¡Lucho: buscan!"). 

Pero ahí no acaba la cosa: como si no estuviéramos cansados (en realidad no lo estábamos), fuimos a La Bandada. Llegamos tarde, por supuesto: los vagos (queriendo decir, nosotros) habían trabajado afanosamente toda la tarde, y encima hubo que bañarse. Taxi mediante, llegamos cuando terminaba de cantar, acompañándose con su guitarra, una amiga de la Ceci. Cerveceamos, y leímos, y. 

Y pasamos el chivo de "la plaqueta de varones", esto es, Pasajeros de lo esquivo: 10 poemas de 10 poetos, ilustrados por 10 ilustradores (9 guasitos y 1 vaguita), cosa que estaremos presentando el miércoles que viene, en La Fábrica. 

La peleamos y volvimos en colectivo. La Chica Linda se puso a hacer el flyer de los del miércoles que viene (¡y cómo puteaba, indignada con el Gimp, inservible programa, mi estentóreo amor, con simpáticas oraciones bien formadas, violentas y graciosamente estremecedoras!) y el Chico Tonto continuó con Sucre, Benedetti, Jabès (¡qué trío, papá!). 

Y encima ahora escribo. Me dieron ganas de contar el día, simplemente porque la pasé de diez, desde que empezó hasta ahora que pronto termina, y, como quien dice, no hubo ni vacío ni malhumor ni tristeza. Nada de las al cabo frustrantes ocho horas de lectura; nada de acidia. Sí la labor al aire libre, el sudor y el cuerpo respondiendo, y recién después un poco de lectura, no demasiada, como para --como se decía antaño-- coronar la jornada. Y para cerrar, Laurie Spiegel. 

¡Ah! Y cuando estaba con el entretejido anti escapadas, tocó el timbre un Testigo (¡camisa celeste, como en los folletos!). Me limité a tirarle un: "hoy no; venga en domingo". La Mejoradora, desolada, afirmó categóricamente y armándose de infinita paciencia para darme una nueva lección del ABC de La Vida En Córdoba, que los Testigos nunca aprenderán a captar ironías ladinas. Uno no aprende.

19 de octubre de 2012

Un libro moquero

El lunes, o cosa así, me compré tres libros tres por $20,00: Elvio Romero, Arturo Uslar Pietri, Juan Goytisolo. Había ido, "de nuevo una vez más", al quiosco que está frente al Quijote a ver si por fin tenían el Diario de poesía; "no ha llegado nada, lamentablemente", me dijo, con su ya habitual estribillo de hace meses, el quiosquero. Me asomé a El Espejo: cerrado. Entré a Rubén, donde me atendió, afable y dado como siempre --ése, su carácter--, Rubén mismo. Le dije: "ando buscando libros de poesía asequibles"; entendió que quería algo más bien simple; lo desengañé: me refería al precio. "Ah, no, acá, eso, no", me dijo. ("Acá", me gustaría hacerle decir, "todo es caro".) Me mostró, pese a lo dicho, algo de Nudista, a unos $40,00; le pregunté, para no irme demasiado mohíno, si había llegado El banQuete: "todavía no está entrando el volumen nuevo", contestó sonriendo. 

De ahí rumbeé para MundoLectura (queda ahí nomás). Encontré una bonita mesa "3 por 20". Había mucha porquería; llevé lo dicho. Elegí rápido: no recuerdo a dónde tenía que ir después, pero sé que andaba con el tiempo justo. Ahora que lo pienso, quizá esto que estoy contando fue el martes; la cosa es que sé que iba a algún lado, y que iba a llegar tarde. Sí, fue el martes. No.

Al día siguiente, cuando la Ceci se fue a dormir su buena siesta, tomé Los valles imaginarios, del paraguayo. Del guasito tengo, de hace un toco de años, Los innombrables, al que muy de vez en cuando agarro. Promediaba el simpático tomito cuando la flaca se levantó; no había logrado dormirse, pero algo había descansado. Se puso a limpiar lo que quedaba de la cocina (la dejó pipí cucú: ¡qué ánimo!) mientras yo seguía con la lectura. En voz alta; más, casi que estentóreo. Porque, sí, Elvio Romero se presta para la recitación, versos sonoros. 

Eso: me acuerdo de haberle comentado a la Ceci algo así como: "estos versos sí que son para decirlos fuerte y claro, ¿no?". Me dio la razón. (El finde pasado habíamos estado de lectura, y la verdad que los míos son más bien discreta, tímida música de cámara y no precisamente la gran orquesta wagneriana a pleno. Hay que reconocer que tampoco el público fue muy nutrido que digamos, no se crean.) Terminado que hubo sido el librejo, pasamos a otros asuntos igual de llevaderos.

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Las lanzas coloradas fue lo que leí a continuación: tengo ganas de andar más con la narrativa. Lo terminé hace un rato, y la verdad, qué quieren que les diga, es un mocazo. La novela, corta (mi edición, en la ya mítica Bruguera, consta de unas 250 páginas), está mal escrita. Un poco la googleé en la red, buscando alguna valoración, algo como para cotejar, y por ahí lo encontré a Vargas Llosa alabándola (si no me equivoco, afirma que la misma significa el comienzo de la nueva novela latinoamericana); para mí, es pésima, y por varias razones. No se entiende mucho a qué personaje quiere seguir el narrador. Como que el autor se excita, triste cosa, con lo viril, salvaje y brutal que le ha salido el mayordomo Campos (ni el nombre me acuerdo; pongamos que es Presentación). Está Fernando, un pusilánime, e Inés, cuya suerte final como personaje tendrá que ser decidida por los eventuales oficios del lector de turno. Inés y Fernando, que son hermanos, no terminan de ser. Muchas veces no se explicita el sujeto de la frase, lo que provoca confusión y sobre todo fastidio en la lectura. El primer párrafo promete; lo que le sigue (es decir, el buen resto de la novela), lo dicho: un mocazo. Por ahí la batalla final está buena; pero, es al pedo: como narrador, Uslar Pietri no me cautiva "ni por algún albur". Como quien dice, hemos leído cosas mejores. 

Parece que ésa fue su primera novela (está datada: París, 1930), y que la pegó: me exasperan un poco, entonces, los lectores --los críticos-- de aquella época, que la consagraron. Quizás, en su contexto, se destacaba; pero ese tiempo pasó, y la novela, hoy, es mala. 

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Anoche retomé, por enésima vez, Whitman, traducido, en este caso, por un tal Francisco Seguí. Qué respiro volver a leer a los grandes... Hay un pecado en que solemos reincidir, recalcitrantes, todos los que pasamos, in illo tempore, por Letras, hayamos terminado o no la carrera: el de creer, "distanciados", que todos los libros merecen igual consideración; el de estar, por ejemplo, atentos al contexto, a la historia (básicamente la nacional), etcétera. A la vez que se trata con condescendencia y hasta sorna a los clásicos, se los equipara a un sinfín de tremendos bodrios rescatados por las variadas y "ecuánimes" Historias de la Literatura, que intentarán por todos los medios hacernos creer que siempre es bueno abrevar en la sopa fría de todos los Galdós del mundo. Abrevar; acopiar.

Los universitarios usan los libros para algo que no es disfrutar. Toda lectura debería ser atrapante: si un libro no me dice mucho, tiendo a buscar la forma de entretenerme de algún u otro modo con él, de hallarle algo. "¡Pero si justamente eso hacemos nosotros, también!", dirán los académicos, con una sonrisa entre suave y relamida. Lo que pasa es que yo no quiero Política, ni Sociología, ni Cuestiones de Género: quiero Belleza. 

Me acuerdo de un epigrama de Enrique Badosa (mal poeta, dicho sea al pasar): no es que, por gustar de pocos libros de versos, no le guste la poesía; es que, por amarla demasiado, rechaza a la mayoría de los candidatos a poeta. La experiencia de estar leyendo ahora Whitman, en ese sentido, es una buena prueba de lo que quiero decir: después de haber andado con varias, demasiadas cosas contemporáneas (mucho argentino: cordobeses, porteños), Whitman me viene a decir que hay cosas grandes. Lo pone frente a mí; no puedo no verlo. 

Por ahí Pablo Anadón tenga razón: estamos frente al desguace de la Poesía. Digo yo: de como veníamos entendiéndola. También capaz que tenga razón con eso de que la cosa viene instrumentada sobre todo a través de los medios, a través de los diversos suplementos culturales de largo alcance. Hace un rato, para sacarme el mal gusto de boca que me dejó el venezolano, retomé Residencia en la Tierra. Poemas "ágrafos", sí, pero dotados de una inmensa fuerza, de una inmensa desolación; Abelardo Castillo agrega, desde la introducción a la edición en que lo tengo: de un gran hastío. Pero entonces: el hastío contemporáneo es cualquier cosa menos grande, sin duda alguna.

Por supuesto, hablo también de mis propios versos. Y no puedo decir nada al respecto. Sólo que uno ve que la época --y esta palabra, ahora, es de Giannuzzi-- no está en general para versos. Por más que florezcan más y más editoriales chiquitas, seguimos leyéndonos entre nosotros. Como una empresa apta sólo para volados, sólo para revirados del "actual sistema de cosas". O mucho me equivoco.

Fumo. Me quedo carburando en cómo comienza esta anotación, esto es, que digo que Las lanzas coloradas es una mala novela. De a ratos me pongo a pensar, y sin animosidad contra nadie en particular, que por ahí haga falta, como tiraba una amiga, sacudir el tablero: entrar más en puja, decir abiertamente "esto no me gusta", "esto es malo", "esto es aburrido" y demás. Me da la impresión de que todos somos más bien unos malditos zalameros ("te alabo para que me alabes"). Pero tengo que agregar, casi que inmediatamente: quién se bancaría ser francotirador; quién querría ser el Boogie de la poesía cordobesa... En fin, me quedo con el piano de Alexis de Castillon, "que tanto hace que no escuchabas", y que ahora suena. 

31 de julio de 2012

Porque

Colapso o cuerpo, desmesurada la torsión: rizo en el Ser, esporas amaneradas garfio. Limo tus mañas, adobo con unción, ducho látigo, los aljamiados dinteles. Cruje como desde arriba el morbo, morbo casi que ni salaz, chancro descuartizado de todo neceser en andas. Ujier para medir a bandas, y para que ejerza entre actos, rapto de la corsorte o sirte, recolección de estatuillas del siglo IV, miniados manuscritos de la alcancía, fuelles de esos que espetan imaginarios, dichoso tu meollo, calígine sincera, miríadas de esputos y venablos piel o sal, consigna arisca el dromedario en cueros. Corrupto el estropicio, desguaces de ocasión y Mirabeau entre cuerdas; glicina atemperada, lícito pespunte y lija de un adiós definitivo a nuestros cólicos fatales: tales, los caduceos de aguaitar. Solícita la carroña o picaflor de estero, mandobles o medallas el escaparate actual, por más que tu arroz, incruento como rodado del veinticuatro mil o menarca desleída, se deshiciera, se persignara entre los sardónicos impulsos de aquella la tu riña, de aquella la tu disputa: loca, loca. Fumo como el colapso, cartas tu malinconía pura, cortesana la conducta del arriero. Carranza la matanza como fintas urbes o de la estulta calleja en ripio. Callada caminó: como Corinto apalabrada entre las señaladas sogas del desunir. Ardido como el Arte de las sensaciones calmas, perrito de Pavlov o fulcro del Arístides campesino. Porque tus salidas menguan. 

10 de julio de 2012

Vade retro, clonazepam!

Basta. Que el clonazepam lo tome otro. Seguir dopado, no. El entumecimiento muscular, el quedar encorvado cual jubiladito que tiene que llegar aún a la próxima esquina son cosas que tendré que pasar a deseárselas a mi psiquiatra, o a su abuela, si es que todavía es de ser. Es insoportable no poder articular bien las consonantes las primeras dos horas de despierto, es insoportable llevarse por delante bibliotecas y demás objetos grandes, es insoportable dormir tanto tan agotadoramente ya. Decidido: me arriesgo. Y mando a la esperemos que nunca bien ponderada salud mental a la real puta madre que los parió a todos juntos. 

(Sí, sí, Mejoradora: mañana hablo con la doc. La vaga debía estar muy ocupada comiendo su fastuoso asado 9 de Julio, o locro, 5 platos lo menos --con lo que me luquea la sesión...--, las dos veces que le hablé; digo, quise chequear con ella el asunto, pero "no responde al estímulo". Sí, sí, Mejoradora: mañana confirmo con ella --o en todo caso en el turno del jueves-- "la suspensión temporaria del servicio"; pero es que no doy más, entendeme...) 

Dicho lo cual, fumo de mi Imparciales. The Ivo Perelman Quartet hace de las suyas, auriculares mediante (dormís dulce, temblequeadamente). Observo a  Lagarto descansar en su cucha: capaz que te lo saco a mear dentro de un rato: si logro dar forma a esto que me he puesto a escribir; y si no, también. Fumo de mi Imparciales y tomo el consabido mate; y hace frío. 

¿Por qué cortar con el 1 mg de clonazepam que me estoy mandando de a dos pastillas de 0,5 por día, de hace dos semanas ya? Sencillamente, porque las muy hijas de puta me tienen muy pelotudo idiota mal. Ya cumplieron su función: bajarme los decibeles, dulcificarme. Ya está, sí; pero la cosa se fue de mambo. Me duele todo el cuerpo, despierto físicamente exhausto, me duelen todos los músculos todos y, a cada despertar, me lleva de dos a tres horas desentumecerme. Tengo todo el derecho a no padecer tantas y tan "enojosas" (¡tomá!) consecuencias secundarias indeseables; y llevo 20 años de pastillas como para que no saber que esta vuelta no se tiene, ni mucho menos, por qué ir todo a la mierda. (No tema, Mejoradora, no tema; o, si me nota rarito, raje para el depto, olvídeme por unos días, don't preocupe it...) 

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Tengo grandes planes: leer. Hoy agarré el violín y estuve haciendo un poco de liso (punta, medio, talón), viendo qué tal anda el movimiento de falanges. El sonido no salió del todo asqueroso (a no ser el talón, la verdad que bastante desmañado incontrolable mal). Toco con tres cuerdas, lo cual, admitámoslo, es una especie de contrasentido. No sufrí. Repito: no sufrí. Quizá tocar violín haya pasado a ser una cosa posible para mí: una más, entre algunas otras pocas.

Tengo frío. No estoy calzado. Mis pies reposan sobre la alfombra causante del golpe que se ligó Lagarto: ¡y cuán salvajemente, hélas, me ha sido facturado el desafortunado percance de "la criatura"! Miro la foto de la abuela, que se cae. El farolito naranja está apagado. Quizá lo prenda y lea: tengo grandes planes. Otro sería ganar guita; pero a tal pergeñe medio que todavía no lo entiendo. Me acuerdo de Mara y me pregunto qué será de su vida. Mara la petulante, Mara la Nereida, Mara la desinhibida. Tomo mate y me dispongo a verlainear. O no: leeré Actualidad del anarquismo y le seguiré criticando los argumentos sin ningún tipo de pruritos. La cosa es que no tengo ni aca de sueño (dos o tres siestas por la tarde), y el frío invita a leer. 

(Poné, Mejoradora, que "Me gusta"; sé piadosa con estos palotes busca-clic para el lucre qué-lindo-sería-un-primer-millón-de-un-saque. Me acomodo la espalda: mañana iremos a por ese caloventor que tanto estás deseando. Mañana madrugaremos e intentaremos no chocar. Para mañana quedan las chuletas de cerdo que ninguno de los dos se comió hace un rato, por más que ya se hubieran descongelado, porque los dos clavamos sueño, y porque, en el fondo, a ninguno de los dos nos hicieron falta perdices esta vuelta. Mañana quizá nos bañemos de nuevo juntos: y seguiremos pergeñando La Babía y su forma; y habrá solcito.) 

7 de julio de 2012

MORBO

La gata, en la falda; el Lagarto, que se la agarra con una de las zapas que la Mejoradora, gentil y apiadada (asqueada, reconozcámoslo también, con el olor a queso sardo de mis patitas), me pasara hace unos pocos días; un mate recién comenzado (gracias, ¡oh, Sandra!, por haber tenido en stock calentadores eléctricos a un precio razonable...). Y el cansancio sublunar de un cuerpo que ya tomó las pastillas para el no rigor, y que, ahorita mismo, no tiene ganas de cenar yá. 

Prendo un Parisiennes. Moto-Moto me los hizo a $8,50, cuando todo el mundo sabe que están a $8,25 (¡¿o habrán aumentado en el ínterin, la puta madre, INDEC?!); concedí los $0,25 "graciosamente": el guaso (fitness y fijador) está haciendo "importantes" refacciones en su local sito frente a Policía Judicial (ponele), y tiene que tenerlo vistoso, lindo, hot: target que busca. Los concedí también porque la Amada me susurró, cuando llegábamos: "hoy no hinches, querido, más las pelotas". Ante todo, el minón patrio con el que estoy saliendo; y echar más mocos, por estos días, la verdad que probablemente significaría el "acabose" famoso del asunto o Vida. 

A la vaga la dejé, soñando y reposando, en su depto céntrico, y me vine a las apuradas pa'l rancho. "A la hora de huir, preferimos los taxis." El control de marras fue llevado a cabo por un "oficial de (indudable) sexo femenino" y de gran porte, que pareció relamerse de ¿malsano? placer ante la "presita" de gorra que se le ofrecía, o sea, yo: desde el miércoles a eso de las 00:30 hs. "carezco de identidad" (¿así fue la frase, Negro total?); por más que hoy haya denunciado robo de billetera (¡DNI!, ¡CARNET DE OBRA SOCIAL!, ¡2 TARJETAS 2 DE COLECTIVO, CON EL Nro. DE MI DOCUMENTO INCRUSTADO EN EL CHIP DE AMBAS!, ¡ETC.!) (¡Y LA COSA ME LLEVÓ, FÁCIL, TRES HORAS, DE MÜLLER A EMPALME A MÜLLER, Y EN AYUNAS, TONERRE DE DIEU!), no tenía conmigo la constancia (de qué, ya ni quiero saberlo), ni fotocopia ni nada de nada --sólo plata--, y se me vino, "de nuevo una vez más", el semblanteo o Función. ¡Mamita querida!: ¡¿por qué mierda estaré conminado a vivir totalmente inmerso en las redes todopoderosas de un Estado dado?! 

La cosa es que me cebo el segundo mate. Lindo, escribir. Felisa permanece sabiamente en mi falda, y las "bagatelles" de Jesse Stacken me devuelven a cierta... ¿meditación? Digo, habiendo ya contado lo que tenía para vomitar. Escucho, así, los sonidos de la calle, ahora. Pasan, cada tanto, autos, pasan motos, y Magnolia zumba, silente. Le subo el volumen al Equipito de la Sil. Miro el telgopor de los ahora "frondosos" cactos que me regalara ¿quién? La Mejoradora ha quedado allá, en el Centro, y La Babía está a mi soberana disposición. 

Prendo un pucho. Ganas de cagar. La Sala Naranja adquiere, de pronto, cuerpo. Lagarto ha hecho un gran quilombo gran (todo el día encerrado; dos o tres "cloritos": ¡agarrate, lavandina!). Miro una "postal" NUNCA MÁS que colocara la Amada en la pared, y que uno puede fácilmente observar de levantar nomás la vista del monitor: el hombre del facón, El Asesino Del Facón. Elefantitos, de otra parte, que se suceden, al lado, mediante una soguita o ataduras, y todo, de colores varios, lineal conjunto que miro colgar, trompita hacia arriba cada uno, y cada ojo, mirándote de costado. Cortinas. Sala Naranja, sala del estar solo, mientras la Mejoradora de Mates duerme quizás su gran agotamiento... 

(Porque esta última euforia, sofrenada ya, la dejó exhausta; porque, si bien no salí del todo mal parado esta vuelta --¡por suerte!--, la vaga ni por asomo se esperaba un Baile tan furibundo violento congas a mil, frenesí e irritabilidad ciclópeos... Fuego que hay que mantener prendido, sí, pero buenamente, no jodamos; fuego en que tantas veces me vengo consumiendo chotamente pobre mal, y cuyos daños colaterales más me valiera no seguir perpetrando; fuego o pulsión de MORBO.) 

3 de julio de 2012

Para qué hace uno las cosas

El amor, el ojo del hacha, y el interés. El egoísmo, por eso de que el psicoanálisis mal entendido manda que hay que tirárselas de singular total, destruye amores. Amor va con altruismo; al menos así lo veo yo. Luego de esta descarga, todo puede comenzar a ser dicho. 

Frío. Tengo prendido un calefactorcito eléctrico acá nomás, a escasos 30 cm del cuerpo. Hay puchos. Cecilia duerme en el sommier y yo escucho Vía Límite. Luego de la famosa disputa por la colcha, me levanté sin más, a terminar de escuchar el programa, con un dolor de espaldas importante. Queda la pieza de las visitas, queda relajarse. Lagarto duerme sobre una toalla azul, sucia ya. Felisa no sé por dónde anda, pero ya cagó. Prendo un Viceroy y exhalo suave: suena un como que viento en el programa que escucho, y Lagarto respira, durmiendo. 

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Leí Tomás Ibáñez, leí sobre energía según San Clarín ("educarás al Soberano: enciclopédicamente"), fui anotando gastos: minuciosamente. Pasó mi vieja. Trajo una viandita. Al mediodía preparamos con la Ceci un fabuloso guisazo tremendón gigante bien, con verdurita cortadita chicongui que habíamos preparado de otra vuelta, fideos tirabuzón, tomate triturado y no sé qué otra magia le habrá puesto la Ceci. Yo había despejado la mesa, y mal que mal la volvía a disponer para el almuerzo, mantel de hule incluido. Nos sentamos, faltó pan, fui a comprar y volví, y comimos opíparamente. Quedó un montón: en olla de aluminio vieja heredada, quedó para el picoteo. 

Pajereamos. La Ceci partió para el Turco, y yo me quedé en la veterinaria. Pobre Lagarto: hizo sociales, se ligó la primera dosis de la quíntuple recién a los tres meses de iniciada la travesía, amén de media pastilla de antiparasitarios, compré 6 velitas 6 onda lavanda en lo de la Sole, amén de un poco de papel higiénico "del suavecito" ("no rasparás, no rasparás") en El Tigre, y me volví pa' La Babía. Volvió la Ceci, bellísima hermosa bien, y al rato cayó el Gabo. Mate y parla, nosotros, mientras la Ceci usufructuaba Magnolia, para luego irse a dormir, mientras, nosotros de nuevo, profiteábamos una Báltica y una picadita ($4,50 los 100 gr). Partió Tal Gabu, me quedé leyendo. 

Y comí de la olla, sin calentar, y hubo cansancio. Y me fui al sommier, y hubo tirón de colcha: Cecilia no quería compartir, y no hubo ni pelos en la lengua. Así que me vine a escribir: sin Curitas Mandamases, sin Semblanteos Contracaripeleros, sin "Claro chorea aussi", y menos Paraguay. Fin de jornada patapúfete calmadete feo. 

30 de junio de 2012

Días de vino y rosas

De hace días que apenas si leo en voz alta. La vida me lleva: si no es Lagarto, a quien, enamorada, la Mejoradora de Mates acaba de abrirle las puertas de La Babía, es una choripaneada con poetas y demás, en que hubo un gran momento de sintonía "espiritual", sí (y qué magníficos se nos volvían entonces los versos), pero también advino la inevitable hora del pavoneo de los Ego's mil: "humanos, demasiado humanos". La vida lleva: y uno se deja flotar y hundir por entre esas lentas y potentes aguas de un río, y a veces toca toscas severas, milenarias, a veces arenisca entre los labios, y a veces meandros, y algún remanso. 

Fumo. Escucho Double Or Nothing  (2002). Los Imparciales que recomendó Alejandro ($6,00 frente a los $5,75 de los Particulares, sí; pero son, ojo al piojo, más largos) no saben para nada mal. Estamos por pedir lomitos (estamos, como quien dice, de mesario), y el día ha sido bueno. Preparo el primer amargo como quien no quiere la cosa: descalzo, las tan viejas ya baldosas de La Babía's Personal Home se hacen sentir en la planta de estos mis pies de 40. Casa con memoria, o casa de la memoria, vuelvo a veces a ver dónde estaba el viejo televisor, dónde el gran sillón, dónde la silla de mi abuela, dónde, por momentos, ella: ya de no ser. 

Fumo. Estoy a punto de tomar mi primer mate de esta vuelta. Los dos vientos del primer track tiran caos. (Los perros son de ser, Obviols, coprófagos: Lagarto insiste en catar los teresitos de Felisa, por más que la Mejoradora de Mates le aplique papirotazos aleccionadores. Ciclo de los parásitos: tenés un huésped, el loco te tira a buscar más, o a buscar en qué eclosionar, y vuelta a empezar. Y a la mierda el sujeto.) 

Toso. Dispongo a los pies la alfombrita marrón opacidad terminación prolija: la mía. Imparciales 100: el cigarrillo, su filtro son más largos. Lagarto, caja recortada, se rasca lo parasitario: será mañana o el lunes cuando se venga la gran higienizada. "Los gatos de la Acrópolis", sí: pero entre nosotros yacerá por unos días el enemigo (¡¡¡MÍSTER MÚSCULO!!!). 

- . - . - 

Fumo. Me acuerdo de Nikita, tan malamente espichada. Un auto, sí: la vaga, su cadáver. Lo encontré depositado entre las aguas al borde del cordón de la vereda de la Tejedor, casi al frente de mi casa. ¿Hasta ahí se habría arrastrado; alguien la habría apartado de la ignominia de seguir siendo pisada por las ruedas, alguien le habría evitado, misericordiosa Antígona, el quedar convertida, pobre minina, en papilla? La Mejoradora teme por Lagarto: corazón de mujer. Pero de lo eventual nada sabemos: apenas si barajamos, cuando lo hacemos, depauperadas conjeturas. 

(Fumo. Lagarto se echa su primer cloro adentro. Aleccionamiento: y nosotros mismos tendremos que disciplinarnos a nosotros mismos para sacarlo regularmente a pasear.) Días en que encontramos otros, nuevos ritmos, más tranquilos, más dosificados (la fiebre fue intensísima, agotadora), días en que apostamos más sabiamente. 

- . - . - 

Me cruzo de piernas. El contrabajo ("Angels") hace cosas con el arco. Hemos pedido un par de lomitos, y un auto pasa a mediana velocidad por la Agustín Garzón. (Días, sí, en que este día es redondo y lento, con mucha fiaca; días, sí, en que en este día se pajerea a cuatro manos. Días de placer y pereza; "y la vida es un ángel".) 

29 de junio de 2012

et tout le reste...


platita, platita, 
cotillón del hueso, 
tu hora no es de las mejores 
para desentumecer el alma... 
Mariano Rodríguez Pena 

¿Qué hacer? ¿Leer? ¿Escuchar la radio? ¿Echarse en la cama, asqueadito, violentamente golpejeado por el Consumismo Goce Perverso Mal? Perverso: todo es plata. Pero, entonces, ¿es negación mía con respecto a resituar o lo que sea la función y significación del dinero en mi vida? "Pasividad de alcance": el Sacrificio. Y te echarás, y serás el desvirtuado por el Otro, por la Otra: en aquello que quisiste ser. 

dibujarás, dibujarás 
Fumo mi Particulares ($5,75 al día de hoy, y el INDEC mintió a más y mejor). La Fernández tiene que dibujar, a como sea, el futuro: "estamos bien, y encima vamos mejor". Pero no es así, o no lo es, en todo caso, para los más. Estamos los fumadores, y ya no podemos ni optar (principios mediante) por los Parisiennes ($8,25 al día de hoy, y seguirá aumentando), sobre todo cuando algunos de nosotros somos de castigarnos con dos etiquetas diarias, para empezar. 

una de las mejores de Fassbinder 
Fumo. Cebo mi mate amargo (¡ni yuyos tengo!) con yerba Aguantadora (entre $10,00 y $11,00 en El Tigre, al día de ayer o algo así). Consumos, sí, y encima de los impostergables. Mi abuela, ya de no ser (pero que en un sueño, luego de inhumada, como que la veía del campo, mediodía seco y abrasador), era de afirmar: "el mate: feo vicio". ¿Qué hacer, entonces? El desayuno gaucho que suelo practicar ha de ser inevitable, por más que hoy lo hayamos aditado con un yogur entero y una banana madura prolija bien. La angustia corroe el alma, amigos, amén del bolsillo y el amor; "y mi amor / me corta la cara". 

Fumo. Puedo fumar. Y lo disfruto. Compré, anteayer, una etiqueta de 43/70, cortos, en un kiosquito al lado de un cýber, la cuadra al frente del Libertador, a metros de la Duarte Quirós (o Quiros, ya se sabe). Imagen en la etiqueta susodicha: la campaña "antitabaco" a pleno: "el tabaco causa enfisema pulmonar". Así de brutal e ignorante (¿taimado?) el verbito de marras: "causa". A los analfabetos, leña. Imagen "de contraportada": pulmón sano, hermoso, paradisíaco "Amazonas" de los ecololós (no el de la deforestación rapiñera real), y pulmón "fisuradito" mal, la negra Parca y la carroña, cosas que son fuleras de ver, la verdad, algo crudito y bien bien desagradable si uno le proyecta el propio: imagen siniestra mal, que evoca lo peor, aquello a lo que el cuerpo mismo o sus pulsiones dicen no y retroceden, espantadas. cáncer: caca. TOLERANCIA CERO CON RESPECTO A LOS FUMADORES. 
Infografo aleccionador 

Digo: los de abajo pagamos todo. La prima y la ganancia de las empresas farmacológicas de La Galaxia NeoCapitalista Del Consumo A Como Sea, por ejemplo, que además tienen que administrar los cuantiosos "gastos" anticáncer y ver si vale la pena la inversión, el "despilfarro" que cada sufriente impone, moral mediante o no. Negocio redondo, morbo, cribaje de la población indeseable remanente mal. 

CONCLUSIÓN: fumo, tomo mate, escribo. Hasta la próxima. 

¿Ha leído usted alguna vez el libro "Puro Humo"? 


27 de junio de 2012

Paranoia y Visión

Fumo. Pongo a hacerse un Radio Station en Grooveshark cargándolo con la consigna "King Crimson": veremos qué magias me aduce. Comienza, por lo pronto, con Yes. El mate está más bien lavado (lo abandoné hace un buen rato, cuando me fui a deslizarme silente entre las sábanas del sommier nuevo de la Mejoradora de Idems, junto a ella, cuerpo tibiecito), pero intentaré recauchutarlo. La noche está apacible. Son las 02:14 hs.: según Magnolia; según algún Fedora; según el Perro de Fuego (¿era así que se llamaba?). 

Estoy de gambas peladas. Se me resiente (siento) la lastimadura en plena canilla izquierda, herida leve y más bien superficial que se me hizo al darle un patadonazo canilla, justamente, mal, en plena oscuridad, a la cabecera, bajita ella, de mi cama --madera, madera--, cuando, hace como dos días, sólo buscaba acostarme y alcanzar el sueño. 

Insomnio, entonces. Pero insomnio llevado bien. Elevo el Porongo del Caballito que la Pareja Ejemplar me regalara el año pasado --mi último cumple--, y de la bombilla misionera bebo. Pienso en escribir un mail a una mujer que quizá se interese por mis textitos. Prendo un 43/70; fumo de él; lo dejo en equilibrio en el cenicero marrón. Cosas, cosas cercanas a mí, a mi mirada, a mis manos. Teclado, monitor. 

(Pasa un patrullero. En un rato por ahí salga a comprar puchos. La paranoia realmente grotesca en medio de la cual padezco y vivo genera, de algún modo u otro, este texto. Dar cuenta de cierta escena: la del presente, -- la de la Duración: ¿qué busco al insistir en esta forma o género menor de anotaciones? Me crujo el morbo, fumo...) 

- . - . - 

Imagen dentro de la imagen. Dada una pantalla a la que enfocamos con la mirada, quedará recortada la primera, seleccionada, y el resto prácticamente pasará a no ser percibido, fondo supuesto. (Fumo, escucho música.) La película que, por caso, se esté proyectando en un determinado monitor, contemplada por el neo-espectador, Home Theater individual. Una representación dentro de otra, entonces: elegimos concentrarnos, abstrayéndonos por un instante de "lo real", para vivenciar una determinada ficción o film. Foco/fondo. (Platón: "Alegoría de la Caverna".) 



Pasar, de sernos posible, del foco al fondo y de éste a aquél, como que alternando: despreocupados. Ir lo más relajados posible de uno a otro. O no colgarse tanto con el foco, no concentrar la mirada: es una representación más. 

Pero: "la representación dentro de la representación" puede estar dando cuenta, como en el caso de los documentales, de "lo real". Entonces. 

Consideremos, me pongo a decir, qué es ver. Qué es percibir. ¿Con o sin cuerpo? Con. Entonces: determinados órganos corporales perciben un poco al menos de sí: puesto que puedo observar partes de mi cuerpo, y de hecho estoy viendo mis gambas, la derecha cruzada sobre la izquierda, y mis manos: piel. Eso, en cuanto a determinados objetos percibidos "a través" de mis ojos, y muy breve y bastamente (hablando mal y pronto). 

- . - . - 

La cuestión, insisto, es con cuánta intensidad (mayor, menor) nos colgaremos con tal o cual objeto. Tenemos párpados, y a veces podemos distraernos sin más. No hay tercer ojo, ni ojo en la nuca. (Horacio Castillo dice, en un poema, que el cuerpo puede llenarse de ojos, ojos en cada pie, en la espalda, en la cintura. No puedo creerlo. Habría, por lo tanto, que experimentarlo, vivenciarlo, o renunciar a tener en cuenta dicha hipótesis.) 



Último pucho. Labios prensiles, todavía no lo enciendo. -- Voici comment j'allume ma cigarette: tres me persiguen, pero una buena patada me la saca (la paranoia, digo), pobres guasitos mal, de en medio. Salir a comprar. 

25 de junio de 2012

Código de Faltas

Lo escucho por la radio. La 102.3, de acá de Córdoba. En Argentina, claro. Algo que a esta hora no está en el portal de La Voz

Policías (¿cuántos?) desnudan a un chico (pongamos que va a la secundaria), a ver si le encuentran algo. Se le cagan de risa del pitín ("has de humillar al cautivo") y, en el puño de la mano, pongamos que fue así --La Voz y La mañana de Córdoba: informen sobre esto, investiguen más claramente--, cuando creían hallar el arma, se dan con una o dos inyectables para diabéticos: insulina. Uno de los policías en cuestión arroja el "arsenal" contra el suelo, lo rompe (imagino un buen pisotón, borcegos durito frío mal) y lanza: "por los golpes del viernes". Escena aleccionadora. 

Pongamos que esto no sea exactamente así. Recuerdo: hará media hora caminaba, auriculares clavados en la 102.3, y el conductor leyó la noticia. Se oyeron declaraciones del padre de la criatura al micrófono: hay grabación. 

(Aparte de todo: previamente, la madre del ¿menor? habría discutido no-sé-qué con la ¿maestra, profesora? del caso. Un estudiante argentino, entonces.) 

QUIERO DECIR: ¿qué pasa con los policías que andan por Córdoba (Argentina)? ¿Qué pasa con sus jerarcas, con la institución policíaca de acá, en su devenir histórico concreto y ¿vinculante?, como para que se den situaciones de este tipo? ¿Qué pasa con el pibe ese, qué pasa con sus inyectables, qué pasó? --- ¿Qué pasó, realmente, o lo más objetivamente posible? La Voz, La mañana: hay tarea, muchachos... 

18 de junio de 2012

El equipito

telones de fondo 
Pongamos que escucho Mariah Carey. Pongamos que sé cómo se escribe su nombre. Pongamos que puedo googlearlo y verificar, "correctura" mediante, la grafía "exacta" de la minita en cuestión. Pongamos, en fin, que escucho radio. 

Me fijo en la "sintonía": 96.10 (una fm cordobesera, claro). Equipito de la Sil, que de hace años que vengo arrastrando. Pongamos que ahora canta un tipo (¿Rod Stewart?) cuya voz también ubico, y que me hace pensar en mi segunda novia. Pongamos que a la Mejoradora de Mates le sorprende, le disgusta y hasta le asquea (¡ALF!) el que yo no me ofusque ni mucho menos con el pop en general. Pongamos que aún no se da cuenta del todo de esa larga adolescencia en plan ¡sólo música clásica en europeo! permanente, sí, pero habiendo tenido de fondo un interminable propale de Phil Collins en cassettes odiosos mal. Pongamos que algo le diga el Spandau Ballet y, de yapa, como quien no quiere la cosa, Peluson of Milk, que fue debidamente expropiado. 

el peladito del helicóptero batero mal 
Debidamente expropiado a la hora de abrirse a la Facu. Había que proveer de musiquitas varias a la primera novia, y la vaga en cuestión confundió, anoten, Bártok (pongamos que googleo, etc.), ese concierto con celesta que le regalé, primer CD que compraba, ¡con música de dibujitos! ¡¡¡ALF!!! 

Habría habido que educarla hasta las heces finales... ¿Y qué pasó, a la postre?: terminé tocando quena en chacarereadas con pizza casera, cerveza/vino, cultrum obligatorio y proto Europa Europa de entrecasa (¡querido VHS!)... 

Extraña mezcolanza, la de esa Edad. De ahí parimos, finalmente, un rock y un tango. Todos Nosotros (como quien dice). 

17 de junio de 2012

de nuevo, no... / ¡¡¡hojaldre...!!!


si el amor se cae / todo alrededor se cae [y ella es un minón...] (Del cancionero popular argentino...) 
Ya no tengo ganas de nada. La cosa tambalea. Salí hará unas horas (around una, Pibeta Ública, sí) rumbo a Miraflores; llevaba conmigo un libro de Esteban Moore --un "texto de cartón" que me agencié en el puestito de Andrés Nieva, allá por Güemes si mal no ando de geografía--, y pensaba leer y comer algo. (Comer fuera, ¿no cierto?) El libro es bueno, sí, pero, la verdad, hoy por hoy --como quien dice--, la poesía apenas si es un "complemento" (¿Derrida dixit?), una cosa más al lado de otras. La chica del bar de marras me preparó un tostado y me lo "acompañó" de una monjita; o simplemente me acercó esas cosas; todo por $35,00; y se fue: efímera; y comí solo... 

("Escritura tentacular", en todo caso, me parece que era; perdón, Elisa.) Queda, por ahora, la escritura, entonces, como para que vaya dando cuenta de cómo sigue la cosa. Si sigo forzando dados; si, por el contrario, se da --"de nuevo una vez más"-- jugada bella (potente; dulce).  Fumo "indebidamente" en La Sala, y no me importa, y tomo mates, solo, acá en Magnolia, con una vela ardiendo "a full" (gracias, A.) en el farolito naranja, y todo da lo mismo, "de nada sirve", etc. (...) Le pego una buena seca a mi Parisiennes de rigor y me doy, así, a quemar, lentamente, la tráquea (¡¡¡ARDE, POLLO!!!) , y un poco duele, y quizá hasta aspire un poco más fuerte, la próxima vuelta, o no; y aún queda yerba; y el mate es joven... 

(Ordalía nº 1, ese viejo texto, entonces. De nuevo, no. Ojalá que de nuevo, no.) 


16 de junio de 2012

"Escritura radar" (Elisa Molina 'dixit')


"Todos los ladrones están enamorados de Rosita, es claro... ¡Y yo también!" 
(Raúl González Tuñón, en boca de Juan Cedrón, y recordado 'per muá') 

Una masita, realmente.
Attenti, radiejas cordobeselis... 
Toso. Escucho Vía límite - Las novedades son para el verano 2/2 - 12/06/12 (un stream de Vía límite) mientras fumo un Parisiennes ("neo vicio", y hasta me dicen que vicio "Neo"... ¡¡¡ALF!!!) y miro mi vaso de agua, con sed. Coloco el link correspondiente (alguno tiene que haber, me digo --descreïdito, eso sí-- que curiosee el programa) y tomo un sorbo de agua. La noche en La Babía está tranquila: pude por fin poner un SO aceptable en Magnolia ("unos 2.000 años más de cuidados intensivos", Astérix 'dixit'), y ahora estoy en relajarme: por fin vuelvo a contar con audio y video; -- la Ceci cuevaneará. 

el tintorro de marras 
Me prendo un pucho. Vino hace un rato Tal Gabu "a las casas", cayendo con un buen tintorro y su presencia, encore! Media fugazza, cuatro árabes, cuatro picantes y cuatro de jamón y queso. Tres a la mesa: $16,00 per cápita. Como se nos había acabado la garrafa (qué flor de caminata...: parece que se nos termina viniendo el invierno, y la "logística" del gas envasado, una vez más --¡y por primera para mí!-- falló), nos hicimos unos buenos mates merced al calentador eléctrico que la Ceci se agenció en Sandra. 

Me acomodo el morbo. Escucho un poco hablar a José Manuel Costa, que presenta un tema, y vuelvo a la escritura. Suena una como marimba, y una flauta (¡maldita sea!: ¡¿y si termina siendo una maldita flauta karnática más?!), amén de dos o tres cositas más: cíclicas, quizá que hipnóticas, Buda revolotea en torno como vil mantra. 

¿Observa Ud. habitualmente los kioscos? 
 Miro en el suelo la tapa de la H EXTREMO de junio de 2012, y pienso en cosas... La casa quedó tan hecha un quilombo total, que este finde es ya casi que obligatorio un súper zafarrancho padre: desde acomodo de objetos, pasando por trapeo de baldosas, para recalar en lavado exhaustivo de vajilla acumulada (tres o cuatro días con la Ceci afiebrada, mendruguito de alfajor... :-( ), matizando incluso con acomodo de pieza ínsita. ¡UF...! 

En fin: trabajo, trabajo y más trabajo. Usted, disculpe, pero:¡¿habré dejado de ser "desocupado"?! ¡Rosa bendita, dónde estás! :-( 


14 de junio de 2012

Composición de lugar

Estoy en el cýber de una estación de servicio de la Shell. Conmigo, una Gatorade sabor a naranja, y el ¡Basta ya! de junio-julio de 2012. Veo a través del vidrio una moto roja (su conductor), cuando llega un taxi a cargar. 

Todo, de una dimensión muy muy extraña, con respecto, digo, a escribir en la compu que está La Babía. Escucho la Pobre Johnny mediante los auriculares de mi celu. Me aíslo, de este modo, del ruido ambiente (televisor; gente hablando o callando). Ésta es una técnica que he comenzado a desarrollar de hace muy poco: necesitaba, la noche esa del frío de los mil demonios, salir de casa y a la vez escribir en paz en mi Diario Íntimo. ¿Solución? Pelé mi "neo-walkman", corté con el afuera ("sucede que las orejas no tienen párpados"; pongamos que así dijo Quignard). Y, como la Pobre Johnny es, al fin y al cabo, una pobre rutina de no más de 100 canciones (tiro ésa, por poner un número "tal que"), su propalar me vuelve invisibilidad sensiblerías total. 

(Para otro taxi, que se estaciona como para entrar el drugstore de la estación. El dogor en cuestión porta un pulovercito fino de color acorde al amarillo del taxi. Gracias al reflejo del vidrio lo veo comprar algo. Vuelve lenta, pulenta, ejecutivamente al taxi, arranca.)  

Entonces, ¿cuál es el tema? Me falla la placa de la red, ponele que es una ethernet. Así que me he quedado en pelotas, en cuanto a la escritura que termino publicando. Escribí algo a mano, en el cuaderno del Diario... que dije, pero no bastó. Probé cambiar el cable de red, por consejo del Gringo del cýber donde suelo hacer las impresiones, pero la cosa no funcó (la cosa, el cable, digo, dolió $7,00). Me tiran de la lista de grulic que revise, entonces, la placa. ¿Resultado? Laburo en la estación de servicio, etc., etc., etc. 

Me distraigo del asunto, y escucho la siguiente frase: "12 notas y 300.000 palabras"... ¡Qué gran burrada, Pobre Johnny

12 de junio de 2012

Música y significado: una mirada

Escucho "Música y significado", un programa de Radio Clásica de la RTVE. Es el del 10/06/12 ('Otros caminos'), conducido, como habitualmente lo hace, Luis Ángel de Benito. Se trata de músicas que no son tratadas por lo general en dicho programa. 

(Imagen tomada de este sitio.) 

Un oyente pidió vanguardia; le contestaron con Leo Masliah. Cosa humorística, que me pregunto cómo es percibida por los "foráneos"... Pero no: así como caballo de fuerza (y antes toy enojau, sitio recientemente eliminado por Blogger, como ya informé) me han hecho percibir música "no nativa" hasta llegar a sentir como un parroquiano habitual de ciertos "ambientes", así puedo llegar a pensar que Masliah es seguido con cariño más allá de lo que es el Río de la Plata. 

Varias otras cosas están pasando ahora; entre ellas, especies de "homenajes" a Chopin, o más bien prolongaciones a partir de la obra de dicho compositor. 

La cosa es que estoy escribiendo con música. Tengo mi mate ya listo, acá. Tengo puchos (los nuevos Parisiennes). Compré varias cosas, hoy, y lo concreto, como para ir a los bifes, es que tengo trancado el inodoro. Sopapa compré, claro está, pero bueno, si no la ato a algún palo, cualquiera, con un alambre, se pierde en la sentina del susodicho. 

Siempre fue un gusto escuchar buena música; y si era nueva, mejor que mejor. Recuerdo cuando compré, en vinilo, el concierto "a la memoria de un ángel" de Alban Berg. Honda, extraña, sentida emoción. Yo con el violín hacía mucho Vivaldi, mucho Bach, un poco de Mozart, un poco de Beethoven... Recuerdo una sonatina de Schubert: ¡qué cosa más encantadora...! Pero, cosas del siglo XX, apenas Bartok (disculpen la grafía...), y ni siquiera.

(Imagen tomada de este sitio.)

En fin: ustedes comprenderán que amo escuchar música. Radio Clásica es un gran sitio, y está estupendamente organizado. Recuerdo un programa conducido por el mismo Luis Ángel de Benito (no "Música y significado, sino otro), en el que se debatían cuestiones "candentes" de la música en España y el mundo entero (aunque quizá tan sólo en Occidente...). 

Gusto difundir esta actividad. Quizás alguno se prenda a escuchar estas cosas. A ello están invitados. 

10 de junio de 2012

¿dulce o jalea?

Estoy con una Báltica. Fumo mi Viceroy "del caso", y estoy en Blogger. La Ceci duerme sin más: apoltronadita plancha "mal" (¡besito, señorita!) en su camita nueva tras un locrazo portentoso allá en el Sur (había aviones). Volvimos hace ya un buen rato, y finalmente heme depositado aquí, escuchando Los raros, que ahora pasa música de un tal Frederic Converse, en un programa que fuera emitido el "05/06/12", según informa el sitio. 

Frederic Converse


Fumo mi melancolía: un oboe casi que sentido da paso en un segundo y como que naturalmente a cuerdas poderosas y hondas. Me acomodo la espalda; tomo cerveza. La gran jornada que vivimos hoy me obliga a ser preciso: trajimos libros de La Quinta, libros que "trocamos" por el bolsón y cuarto de mandarinas que habíamos llevado de antes. 

--¿Qué haré con todo esto? --exclamó mi madre. 

--¡Dulce! --reclamábamos a gritos Cecilia y yo (¿o fue mi panza, la que sí se manifestó, goloso impune...?). 

--Pero, ustedes, ¡¿saben lo que es hacerlo?! --musitó, espantada--. Hollejo y semilla deben ser separados de cada gajo, a fin de quedarse sólo con una masa de pulpa lo más "pura" posible... 

--¡¡¡Oh...!!! --atinamos a responder, casi que incrédulos.-- ¡¿Tanto laburo?! 

--Se hace sólo por encargo... --aclaró. 

Quedamos en que era preferible comerlas así nomás, quitando cáscara --¡¡¡la cáscara de las mandarinas, esa especie de "fosforito" natural!!!-- y manducando como quien no quiere la cosa. 

--El secreto es que las mandarinas sean grandes...: las grandes son más dulces; las más pequeñas, más bien amargas... 

Nos preguntamos si no habrá sido que raleamos mediante un técnica más bien choteli, apurando el "suelte" de fruta. Por lo demás, tampoco tanto: el mandarino de La Babía aún conserva algunos frutos. 

Volví, entonces, con una mochila cargada hasta los bujes de "bibliografía" varia. Quedará "desplegar" y ver qué "sirve" de todo esto acumulado más, taaan pesado. Los raros, por su parte, sigue pasando músicas varias del nombrado guasito: tonales, sencillas, disfrutables. 


Sentir de piano nº 1

Escucho por primera vez La electrónica y lo emocional, un programa de "Vía Límite" (RTVE), emitido el "22/05/12". 

Escucho un piano grabado, a través del podcast, con un pedal tremendo, casi como que eterno, alla Chopin, por así decirlo. 

Fr. Chopin


(Recuerdo claramente tocar el piano, allá en La Quinta, sintiendo la presión de cada dedo en el teclado del instrumento, casi que cada yema sudada en el calor de lo profundo.)

Era la soledad... Algo profundo, he dicho. 

En fin, ¿cómo estará ese piano, ahora? (Y hablo de estar, porque el mismo no está en La Babía.) Extraño el instrumento, extraño tocarlo; y cómo sonará ahora, a ver, ¿no?, si se cortara por una vez al fin (o el alicate...) alguna cuerda. Creo que no pasará. Racak narró hace cierto tiempo, en Añadiduras, una experiencia ¿simiar? (habría que rebautizarlo como "experimento sensible"): ponele que saltara todo la... 

En fin, Deleuze|Guattari: "las máquinas funcionan estropeándose". ¿Seremos máquinas? 

8 de junio de 2012

de la hermenéutica nº 1





dos ceniceros cargacolillas 
puchitos de descanso
habrá dos ceniceros: el de marrón, el indio; el de "cerámica" (terracota). el primero "habitará" la sala, sinposibilidades de "traslado" por ahora; el de terracota reside en mis aposentos. (uno) 

con respecto a lo otro, sabrá comprender, Ud., señora, digo. milanesas quemadas, de pollo, con tanto limón sofriëndolo en vivo, lengua Ud. viera cómo al despertar: ardía, humeante brasa, lengua viva. 

por lo demás, la "yapa". tomo unos mates en el mate nuevo, el regalado hace poco, Ud. ya sabe. humea un cigarrillo, un Cámel 10, en el cenicero marrón antes nombrado. (el farolito naranja: lo prendería... y por qué nó: le estoy escribiéndo la presente.) (dos...)

pero es mucho esfuerzo (que no trabajo), "entonces, dado que" estoy trabajando en ESTO, y en qué es: escribo ahora a Ud. privadamente. Yo tomo a lo fasito el cigarrillo, véolo muy concentrado en el marrón, estiro un morbo. (revise al respecto la anterior prosa incluída en éstas, las Anotaciones-...)

(tendría que buscarle el línk. hágase cargo, lea más demorada, siendo paciente, chiquita, con un ojo más lento "debido a" la Prosa de la Internét aquí albergada. no se apelotone en el leer, lea despacio, minuciosita bien, analizando, cotejando. 

regrese al referente... (tres) 

"nadita nai nai", nada más :-D (Cumbo dixit). aplauso telonero. (¡cuatro final!)

"más luego": el cenicero índio podrá circular por la cocina, afuera. ¿el otro? ¡taaambién...!  (risas, etc.)

6 de junio de 2012

Y cómo irán las ventas

Desilusión. Muy pocos me conocen. En la entrada Entre nos hice un relato o "muestra narrativa" sobre cómo había vivido yo la presentación de Naturaleza muerta en la Alianza. (La Alianza, de la que fui alumno por años, y ya no sé si aún lo sigo siendo: Langues 5 á 12, sin terminar.) Leía hace un rato Oeuvres poétiques [de Verlaine] en edición Garnier, y pensaba cuánto, cuánto me hubo costado poder llegar a disfrutar de sus versos como si fueran música. Fonética trabada, errores turbios, hasta llegar a haber podido ponerme a leer y chau, hace dos o tres horas, Poèmes saturniens

(El caso es grave. Verlaine y Rimbaud, enamorados, terminan al borde del crimen. Verlaine le descerraja uno o más balazos, y no sé cuántos habrán sido disparados, y que impactaron en la pierna, por lo cual "se liga" dos años de "encierro". Historia pasional, ustedes ven.)

Así que leo en mi sonar o voz que mira: versos a veces dulces, otras arrebatados, y frases reguladas o taquicárdicas. Después me canso; tomo un libro en alemán (es de un amigo mío), y retomo la lectura: nueva fonética a recuperar, nuevo programa. 

Pero me canso de leer en voz alta. Quiero decir: me extasío primero y me agoto después. (Ensayos naturales de dicción...)

Y me acuerdo de mi tercer libro, recientemente aparecido, y pienso: "¿qué?, ¿nadie lo va a leer?, ¿pasó al olvido?". Estarían pasando al olvido, entonces, algunos años míos: vividos. Es así. Para eso escribo.