15 de mayo de 2011

Lope, o del ocio

iba el lobo lope 
tragando saliva 
estaba sufriendo 
por no hablar a tiempo 
su amor se le iba
(Kiko Veneno)
Opale 
Se calienta la pava. Van a ser las ocho, y no hay asomos de cansancio aún. Escucho Opale (P. Fresu, F. Tattara, F. Di Castri), música hermosa que hacía meses no ponía. Leí durante toda la noche, sin que llegara a generarse "la búsqueda infinita", a la que mucho temo, y el Gabo igual. La noche es un gobierno: el del silencio, el de los gestos medidos. Me acuerdo de la otra, la de los bares ("y una y otra cerveza / cerveza con maní", Fabiana 'dixit'), y no lamento haber pasado sosegado el fin de semana. La Sil me contaba de un colega suyo, bastante capo él, cuyo viernes a la noche ideal constaba de un buen sillón, un buen whisky y un buen tratado de física.

Lope de Vega 
Yo también anduve con mi Libro Gordo de Petete: me vengo castigando con una lectura lenta de unas Obras poéticas de Lope que, sin ser completas, tienen 1476 pp. Evalúo como al tun-tún sus versos, me planteo algún que otro problema de métrica, de sintaxis, de vocabulario, problema que se me presenta brevemente y luego, a poco de avanzar en la página, se esfuma. Supongo que si anotara las ideas más bien pavas que voy teniendo podría escribir algún engendro sesudo, alguna reflexión descabalada (gracias, Borges) que llamaría la atención de muy pocos, si no de nadie. Sabiendo muy bien esto, me divierto, como C. E. Feiling con esas traducciones que, según declara en Amor a Roma, hacía sin el menor ánimo de darlas a conocer.

Son, las mías, aventuras de lector contumaz. ¿Qué importa a nadie que, 'circa' 1600 y en España, o en todo caso en Lope, el sustantivo "pirámide" fuera masculino? ¿Qué, una poesía que precisa de ingentes notas a pie de página? ¿Y qué, que sea cada vez más de la idea de que la rima constriñe a cierta sintaxis? Lezama Lima no sólo leía a los barrocos, sino incluso a los barrocos menores, por más que después delirara a gusto; yo, que hace muy poco di cuenta, y todavía lo estoy procesando, de que el cubano me había arruinado los versos, vuelvo a Lope como a un viejo amor. ¿Y cómo no quererlo, si escribió: "y de mi verso altísimo sujeto"? Y para dicho sujeto, el amoroso -opto por creer-, ¿qué mejor que la llaneza, la abundancia, la blandura de su dicción?

Así, son investigaciones caprichosas, fortuitas. Medidas fiebres, quizá: esta curiosidad abarcará dos, tres semanas, me propondré luego otro afán, serán otros los libros a leer. Al cabo del tiempo me acordaré con una algo enojada especie de cariño que sí, me había puesto tonto el mencionado "sujeto", del que no habrá de quedar más que el aire...

El aire: eso es lo que resta, en mi memoria, de prácticamente todo lo que leo. No recuerdo casi ningún verso de nadie, sino sólo la impresión que la lectura de tal o cual poeta dejó en mí; una especie de vislumbre. Sí: como un conocimiento vago, impreciso, aunque a la vez muy cierto, muy sensorial, muy poco mediado por el discurso, por más que parezca extraño. Y también: sé a quiénes me tengo prometido, en las diversas épocas o estados anímicos míos, releer. Releer: revisar, redescubrir; o, glosando a Nietzsche, volver a a leer por primera vez, o su deseo.

Pienso cada tanto en la relación entre poesía y música. Tenemos nuestros discos habituales; tenemos nuestros libros amigos. Nada se sabe de una vez y para siempre; pero no es meramente por eso que releemos, sino también, y no tendría que ser de otro modo, por el placer, el asombro, el abismarse: esa sensación, ese, repito, estado anímico, que nos sabe brindar tal o cual autor.

Con un poeta con el que hablé hace poco nos acordábamos, entre otras cosas, de los del '27, esos gallegos. Me decía que, como en otras cosas, también en poesía se van desactualizando temas, estéticas, épocas enteras; pero esto lo estoy agregando, razonando. Lo que él señalaba era simplemente que, con el tiempo, muchos versos se nos vuelven lejanos, ajenos. ¿Qué es la poesía en cada época, entonces? ¿Y cómo es la poesía ahora? Pero qué preguntas más ociosas. Porque hay que pensar el asunto muy a lo particular, muy teniendo siempre presente al lector concreto, a cada catador de poesía, a todos los que la aman y la buscan. Cada lector va formando su propio Parnaso; por caso, no hay que dar más importancia de la que se merece a los suplementos literarios.

Pero me quedé pensando en otra cosa. ¿No es que, porque leo Lope y demás zarandajas, esgrimo dicho argumento; esto es, no será que soy un lector a contracorriente de lo contemporáneo? Al toque me acuerdo de cierta conocida: tiene leído unas ocho veces Los miserables, las últimas tres en francés. ¿Por qué? Porque le fascina; y nada más. Lectores inesperados encontrarás en tu camino, lector juicioso: cada uno hace de su derrotero un reino, "un tremendo pirámide".

Termina Opale. Hacía un buen tiempo que no escribía una anotación. Un par de pájaros se largan a cantar, pero muy de a poquito. Todavía no abrí los postigos al día. Hay lecturas que, en todo caso, nunca cometeré; sé piadoso con esta que te he endilgado.