9 de noviembre de 2011

El Envarado y La Mejoradora De Mates (nº 1)

Qué hermoso, tremendo chubasco que cayó anoche, ahí en San Juan y General Paz (y también en San Vicente, me informa Meneses), chubasco y mar que contemplamos desde debajo del techito del bar del teatro (institución). Veíamos el reflejo de las luces de los semáforos combinándose con la de los autos que cruzaban la esquina (onda un poco el Nycz que sabía estar en Las Tipas, adentro), por fin nos refrescábamos (nosotros dos, digo, sí, pero muchos más) del calorón horrendo, mefistofélico, de "la Córdoba de ayer", calorón que nos aplastara por la tarde, calor inmundo, seco, y el sudor. Ya cuando salimos del teatro en el entreacto (el consabido puchito obligatorio) habían caído algunas gotas -gruesas, querendonas-, pero todavía la calle jadeaba mal de temperatura, ambiente chancho. Pero después, ya en el bar del teatro, Quilmes mediante, se largó, y se largó bien, y era el mejor cierre (el famoso "broche de oro") para lo que acabábamos de presenciar.

La Mejoradora De Mates se fue encontrando más o menos seguido con gente conocida y, si bien no huía, algo reculaba; yo vi un fantasma, al que evité con ejemplar escrúpulo y tesón. El disco dolía $50,00, y la verdad que, con lo que vi, si hubiera tenido guita habría gatillado con grácil ligereza y generosa despreocupación; porque el Nonsense Ensamble Vocal de Solistas me dejó pasmado, boquiabierto, estupefacto mal. La verdad que siempre tuve mis prejuicios a la hora de escuchar música vocal; más infundados que la mierda, tengo que confesarlo, honor obliga. Hermosas las voces, hermoso el combinarse de las mismas en acordes, en contrapuntos o lo que mierda sea, en plenitudes y sutilezas varias, riquísimas, admirables. Hermoso atender a la expresión de los rostros de cada intérprete, los movimientos de sus cuerpos (de riguroso negro, en pata), y la vaguita que dirigía, que pasaba como si nada de un pulso a otro (realmente asombroso), integradísimo macerado bien el ensamble.

Y, ya terminada la función, cómo le señalaba a La Mejoradora De Mates la diferencia abismal que hay entre escuchar un disco en las casas e ir a oír música en vivo. Más allá del asunto de que presenciarla sólo se da una única vez en el tiempo (quiero decir, sí, sí: en el de mi conciencia), la alucinante calidad del sonido, su atmósfera, su clima, la verdad que son insustituibles; impagables, como quien dice. Ergo: ¡quiero más música de endeveras, quiero más conciertos, quiero no tirarme a chanta! (Pobre equipito, cómo te desprecio ahora; bien que me diste más de una satisfacción...)

Entonces, haber pasado a buscarla, ir al Libertador, oír, y oír y quedarse atónito boya gozando mal ante la belleza, y disfrutar sin arrimo de cansancio o aburrimiento, y extrañarse en determinado momento de la vida y de la muerte y todo lo demás en medio de ese sonido como que un don y de mi oír extasiado como que agradeciendo, y pasará, y pasaremos, y correr al bar del teatro a por una buena birra, a por una buena charla.

Excelente, mire vea. Y el público, todos chicos (más jóvenes que yo, la gran mayoría), y el silencio atentísimo, y divertirnos luego, e ir por más. El Teatro tiene que repetir, no sé si el año que viene pero pronto, el festival, el encuentro. La tan mentada música contemporánea precisa estos espacios, y continuidad; gente que le da bola parece que hay. Sí: qué diferente que fue la cosa a comparación de, por lamentable caso, cuando se "ejecuta" Beethoven, o Mahler, o la poronga de todos los santos lindos. Nada de viejardas pintarrajeadas, nada de sarnosos caballeros de meticuloso traje y agresiva loción. Para esos casos: volar al Paraíso. Y que haya habido entrada libre y gratuita fue algo absolutamente coherente. Y necesario, y positivo. He dicho.

2 comentarios:

  1. Tamarit:

    Carajo quee tiene razón!.

    Me da invidia, decodifico: que gran cosa haber podido estar ahí (cuando la lluvia] después de haber cagado_me de gusto con las voces y repertorio que imagino por su vívida narración.

    Posta que debiera existir algún aparatejo que nos permitiera devorar kilómetros en segundos para llegar a esos lares en los que la vida renace, reflota, nos envuelve, nos eleva... NOS CAGA DE GUSTO! (poco más ajustado que lo escatológico para expresar mi sentir).

    Sonrío pensando en su prejuicio sobre la música vocal. Hace una vida (por lo menos) no toleraba sonidos que no provinieran de agrupaciones corales, había especializado el oido y caro lo pagué... cuando pude zafar de MI problema seguí disfrutando de toda la música que valoro.

    Puf!, escribí de un tirón tal y como si lo tuviera enfrente.

    Chas gracia por compartir esas, sus, vivencias.

    Dejo abrazo.-

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  2. Ignoto querido: hermosas también tus palabras, ¿no?, el creo que darte cuenta desde qué entusiasmo escribo. Sucede que escucho esa música tremenda justo en un buen momento de mi vida, y aparte se da eso gozoso de un chubasco aliviador. Los patitos, en fila.

    Me habías comentado alguna vez lo de tu experiencia con la música vocal. Uno va aprendiendo y desprejuiciándose. Lo que más rescato es eso: escuchar música en vivo, y disfrutarla con toda. Repito: qué porquería, de última, las grabaciones, por más bienintencionadas que sean. Creo que Cage en "Conferencia sobre nada" hablaba justamente de eso.

    Muy fuerte abrazo, viejo. Hasta más ver.

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Micrófono abierto a las voces del alma de turno.