13 de septiembre de 2010

Licitud o texto


Dormí durante todo el día. Desperté a eso de las once, once y media. Me pude preparar un mate, me puse a leer la antología de Alberti. El cuerpo, fatigado por el entumecimiento de más de doce horas de sueños confusos y dormir retorcido, no logró terminar de desperezarse. Leí durante un termo más o menos. Luego puse un disco de Louis Sclavis, Ceux qui veillent la nuit o algo así, mientras leía la Rolling Stone de este mes. El contraste no podía ser más prodigioso: consumo y esplendor a dos de la mañana, cama destendida y frío en las patas.

¿Fue antes o después? Me vestí. La noche estaba agradable; me fui para la estación, a verla a la Yolanda, a comprar más Gitanes, a verla a la Yolanda. La Agustín Garzón, desierta, no ecaba mis pasos: baldosas sin 'feedback', y encima de ojotas. Volví sin querer nada, me preparé un mate.

Luego todo cambió: ventiscas de desnutrición de pueblos se ensañaron contra mi pupitre-ahí, y de los desgarbados ciclámenes de morigerar se desprendían algas de la verdolaga conocedora. Había una sentina o paro general que respondía a las promesas de alcanforización de las legumbres mil, y en verdad os digo que las canillas goteaban de aljibes viejos como canoas. "La pasta, el pantalón, olor a semen": muchísimos leprosos descafeinados se desternillaban de envidia malparida, se daban contra los postes, filibusteros que son. A veces ogro, otras salmuera destetada, un ánade gritaba volúmenes templarios de colisión indisciplinada, "y toda 'médiatèque' y los racismos". Dices que no agonizas, pero el cadáver teucro de tu desdentada se presta a más pendorchos laxos que la cabra loca del poema aquel. Un ríspido conjetural, una lección prosopopéyica de morsas, y muérdagos no solapados o de la dentición de arreglos orquestales de tu pita, ojiva termosellada de amanecer, raspajes yá.

Dictámenes de la escansión, comías mucho, mucho estragón, como si las junturas te obligasen a ello, por lo que La Biblia se depositó entre los mendrugos de ningún mendigo y gemas de tu quién Aznar, al modo en que asechanzas sin retorno cabal y cabalística sincera se manosean pulcras mediante la Terpsícore. Azúcares vencidos y resmas de catalogar andenes te fisgoneaban, te fisgoneaban, pero el edecán, pedazo de bellaco, verraco malnacido, se babeó mal y pronto. Mucosas de la colisión entre siegas y derivadas, arduo resumen de la estampida reacia al morbo, lecheritas de la SanCor milagroseando cornucopias americanistas, mojones y cogollos del parabrisas voluble: todo periclitaba. "De lado, de costado: costeleta."

Tomaba un segundo mate cuando me supe en casa. Trilok Gurtu (Faralaka) silabeaba su beat, prístino y decidor. Las paredes, encaladas, amarillentas, yacían como una mente despejada. Un vaso con alcohol viejo hedía a licitud. Licitud o texto.

1 comentario:

Micrófono abierto a las voces del alma de turno.