Tengo todo para empezar a escribir. Todo, menos la frase. Escucho Philip Glass y pienso cosas idiotas, burdas, indignas. No logro entrar en el post: no comienzo a escribir.
Porque soy de creer que escribir no puede ser algo calculado. Digo: me manejo con la idea de que lo que se va a escribir llega, de un modo u otro. Que el texto, si es "verdadero" (auténtico; sentido; x...), se desprende (de qué) tal como el fruto, maduro, de la rama. Que sólo lo tomamos; que a nosotros viene.
Pero también barajo --¡costosamente, costosamente!-- el proyecto de publicar un post todos los días. Y entonces me siento, acá en la compu, y me esfuerzo (y me fuerzo), y nada sale. Y entonces me quedo pensando bastante patéticamente en qué consiste escribir, para mí. Y nada o muy poco concluyo: con claridad.
No me sale ser mercenario de la escritura. No es que esté mal o bien, eso, sino que no pasa por ahí, digo, en lo que quiero argumentar ahora, la cuestión. Algo, sin embargo, de eso tengo, no lo niego: publico en blogs, y bien que estoy pendiente, por ejemplo, de las estadísticas que muestra mi escritorio de Blogger. No escribo, por caso, sólo para mí, o para el silencio (desde el silencio...). Lo hice durante años: y ¿me urgió? salir, "sumergirme" en la red; también, especular.
Luego me desilusioné un poco: quedó el estilo, como diría César Mazza (que habría dicho quién). Quedó la gustosa rutina o tarea de ser blogger: ofrecer al esporádico lector, cuando salen, algún nuevo poema, alguna nueva anotación. Poner música para escribir. Hacerlo, y corregir; y decidirme a cliquear en "Publicar". Poco más. En el ínterin, conocí a otros bloggers.
Pero está eso: el pergeñar. Los ambiciosos planes de un Pobre Guaso, que anhela de más, y mal. El recurrente fracaso de querer ser muy visitado y de no serlo, y el morirse de envidia cuando ve que otros bloggers tienen más seguidores que él, más comentarios, mayor -- popularidad.
(El famoso Capitalismo Consumista, y cómo sus valores se divierten con nosotros, patéticas, risibles marionetas del lloriqueo y la sed...) (Pero la cosa no es, ahora, la crítica sesuda y malhumorada, despectiva, soberbia.) (Ni, tampoco ahora, criticar Blogger en tanto tremenda herramienta mercadotécnica y teleoficinesca que, por otra parte, es.)
¿Qué sería ser mercenario de la escritura? ¿Quiénes lo son? ¿De dónde saco la idea de que la posta sería publicar un post todos los días? ¡Pero eso es un mero vox populi: algo que todo el mundo repite cuando nos cuenta (contándonosla) cómo es "administrar" un blog! ¡Una fórmula mágica, una maldita receta, y bastante barata además! Entonces, escribir todos los días implicaría, entre otras cosas, no hacerlo sólo cuando a uno se le canta, sino que sería como marcar tarjeta o algo así...
Pero ser mercenario de la escritura es serlo sólo por la paga, y sin que te importe el tema, la forma, la ideología, nada del texto... Por lo tanto, no soy un mercenario.
(La idea de fondo es terminar forrado en guita, sin haberle hecho asco a nada, y sin que te haya asaltado el menor prurito o escrúpulo. Eso sería el supuesto básico de esa frase que se me vino a la mente, o a la anotación, más arriba, lo de ser, digo, mercenario de la escritura. Mi primer millón.)
Gira el ventilador. Este mes me acompañan Natalia Botti e Ivanna Palliotti. Suena el "Movement III" del Concerto for Saxophone Quartet and Orchestra, del mencionado Philip Glass. Estoy en un departamento algo mugriento, en malla y con un mate, y esa chicharra ya se calló. ¿Capitalismo Consumista? Por todas partes. ¿Escritura? Una miseria; ni idea de cómo es la cosa. ¿Lo de la escritura no pasaba por algo más puro, por algo más elevado, algo un poco menos mundanal? ¿Estamos, acaso, hablando de ascetismo; o de romanticismo decimonónico; o de...?
(Prendo un pucho. Fumo.) -- Definiciones; eso estoy queriendo lograr de mí: mediante una dialéctica torpe, o mediante un soliloquio agotador que a desvaídas y desmañadas cosas llega. Por lo pronto, esto fue escrito. Queda corregirlo. Queda publicarlo.
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