8 de octubre de 2007

Tomo mates para atemperar el día gris, frío aunque no mucho. Tomo mates, también, porque son sabrosos, gratos, agradables, y porque ayudan a hacer, me dijeron alguna vez, la digestión, cosa que creí y que ahora simplemente hago o repito. Es un cigarrillo lento, el mate. Se consume sin que te des cuenta, y, cuando más distraído andabas, ya estás tomando mera agua caliente.

Ha llovido. El pasto se pone muy verde, y crece, grueso. Los tallos de las así llamadas gramillas se robustecen, y es pura vegetación carnal, recostada sobre la rica tierra. Ando de ojotas, y un poco siento el frío del día en los dedos de los pies (que, según algunos, tienen un nombre más específico), pero no renuncio a la comodidad.

Mates e internet. Combinación gustosa para pasar la siesta. Para, de pronto, decir basta y cachar un libro.

1 comentario:

  1. Vengo de un día terrible, Tamarit, y es un placer toparme con tu verbo.
    Hacía mucho que no posteabas. Por qué?
    Leerte, para mí, siempre es bajar, sentir una voz amiga que no habla fuerte ni grita; conversa con palabras elegidas en un tono que parece susurrar. Pero no es un susurro, no. ES poesía. Es poesía.

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Micrófono abierto a las voces del alma de turno.