1 de agosto de 2008

Pifiadas de ojos cerrados

Hilda Herrera. Ojos legañosos. Yerba "Esplendor". - Desperté levemente desasosegado, como embroncado. Algo pasó, dormido, y temo unos cuantos días de embole. Y para qué. Dejé maullar lastimeramente a Felisa mientras preparaba el mate, recién le abrí (y poco le hablo) al rato; no, no me gusta.

Tan cómodo el bienestar: te creés bueno, creés que podés superar amablemente todo. La ecuación socrática, esa de la que habla Nietzsche, ¿me había, nuevamente, poseído? - Suena una alarma chillona, que se corta al ratito, y no hay fórmulas.

-----

Leí un viejo libro de Julio Requena, reeditado lindamente ahora. Ruinas de Ongamira, creo que se llama. Versos, a veces rimados, muchos alejandrinos, de expresión digamos que diáfana.

-----

Conclusión: inconcluso.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Micrófono abierto a las voces del alma de turno.