Dormí poco: me costó, y mucho, despertar. A las doce sonó el despertador, y mis párpados pesaban como una plancha tibia, abotargada. Sé que me volví a dormir, porque a las y veinte sonó el celular y contesté: y hablaba balbuceando. Sé que tomé la decisión de no dejarme estar, sé que mi esqueleto y coyunturas estaban magullados, escarnecidos, por las pocas horas de sueño, sé que caminé a los tumbos.
Inmediatamente prendí un cigarrillo. Así, violencia al cuerpo todavía dormido. Y luego otro, y otro. Cosa de entrar en la realidad. Preparé un mate, leí blogs como pude: inercia de ponerse al día, de ver qué se ha hecho; como una ocupación a ciegas.
Y llego a la una y cuarto, todavía con el mate, y escribo, cuerpo pesado.
Prendo un cigarrillo. Escucho un trío para clarinete, violín y piano de una tal Galina Ustvolskaya. Galina...: ¿Gala? Descargué de aquí el disco en el que está dicha obra. Leo en la Wikipedia en español y compruebo que, como en el caso de otros artículos de compositores del XX, se lista de un modo muy exhaustivo y prolijo lo producido por la rusa. (La rusa, la soviética...)
Hace calor. Corre brisa por la ventana, aparta dulcemente la vieja cortina, la casi transparente, agita una bolsa vacía, de papel, que está sobre la mesa. Siempre la brisa, cuando me da en el cuerpo, digo, me rejuvenece. Quizás ésta, si hubiera durado más, me habría terminado de despertar. Sé que una buena ducha puede obrar maravillas. Pero escribo, escucho, tomo mates, fumo.
(Todo: con la boca ligeramente abierta, descalzo, cruzados los pies, allá abajo de la mesa de la computadora. De repente se me ilumina un poco más el ángulo de la habitación que tengo enfrente, corre la brisa de a ratitos, como jugando, algo se alegra. Pero mi gesto sigue siendo torpe, mi boca sigue entreabierta, demoro el mate, el pucho.)
Cuesta desentumecerse. Sobre todo si uno permanece así, quieto, sentado, apenas tipeando. Me desperezo un poco el morbo. Tipo siete de la mañana andaba despierto, y desayuné un poco con sándwiches de miga de verdura y una coquita del lugar. Me había costado dormirme. Acá se quedó anoche Tal Gabu; durmió en el suelo, no sé cómo hace. Se quedó jugando un buen rato, lo de siempre, en FICS; según supe después se pegó un baño y se fue a trabajar. Realmente no sé cómo hace, sólo dos horas de dormir.
Pasamos toda la noche hablando boludeces, cagándonos bien de risa de Fantini y su modo de hablar ('catedraticus cordubensis'), mientras él intentaba ganar y yo le leía de sociolingüística. Pero las fiestas se acaban.
Ahora el cuerpo, resentido ("ya no estoy para estos trotes", dijera la Babía), tiene que amoldarse a los días de hacer cosas. Dejar de pernoctar. Me huelo un poco el chivo y tomo la decisión: corregir esto, bañarme. Lunes otra vez.
(Ser agradecido con: la brisa, algunas lunas...)
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