Hoy leí un poco de: la Rolling Stone; Spinoza; Parra. Fumé y tomé mate. También hice de comer, lavé la vajilla, ordené. Y ahora escribo. Y corre el agua, cascadita, del tanque del departamento de enfrente. Y es de noche, y estoy solo, y en algún momento dormiré. Y La Mejoradora De Mates partió: lejos, lejos, y por 20 días.
Así que un poco escribir acá es para que no me pese tanto la soledad, y para que ella me escuche -ahora: sin leer-, y para justificarme un poco frente a los otros: los lectores. Digo: digo que escribo; más exactamente: cuando me preguntan qué hago, contesto que leo y escribo. Es, la verdad, un estribillo: como que de hace como dos décadas a esta parte contesto lo mismo. Y es real que algo se logra en mí al leer, al escribir, y por eso sigo. Así que ahora escribo: para ustedes, que leerán.
En realidad, estoy en plena cejijuntez, en un "cariacontecimiento" total. Ella partió -no para siempre-, y la extraño. Y no he puesto música, y escucho cómo el ventilador zumba. Y pasa un auto por la Agustín Garzón, y me pongo a pensar que, hasta aquí al menos, este blog ha tenido mucha pelotudez, mucha, como quien dice, paja mental: cegado en medio de la Ciudad, intentando resguardarme de ella, sólo enamorado de la Poesía.
El domingo pasado, sin ir más lejos, que iba a lo de mi chica, me bajé del E frente al Paseo Sobremonte, y me encontré con que los de Crese habían chantado camiones de su flotilla rodeando la Plaza. Toda, toda la Plaza. Según me enteré después, resulta que vertieron basura frente a lo del Intendente, y dejaron estacionados los camiones, y partieron con las llaves de los mismos, y "hasta la vista, baby". Cuando pasé por allí, subiendo por la Arturo M. Bas, vi muchos policías -y la CAP- apostados cada tantos metros, tan prolijos en sus puestos como los camiones rodeando la plaza. Y pregunté a uno de los canas qué pasaba, y me comentó -indeciso, petiso-, y entonces comenté: "ah, están haciendo fuerza", y él contestó sencillamente que sí, y lo dejé ahí, paradito y en silencio, en la calor del día, de gorrita y mofletudo. Y nada más, y todo. (Esa noche se sintieron potentes, dulces bombas de estruendo. Y después pongamos que se arregló, escribamos que por 15 días, y ya no sé más, y no prometo seguirla. Y por ahora no ha pasado Crese, acá por la Carlos Tejedor. Y mi novia partió.)
Prendo un pucho en la cocina. Me siento con tan pocas cosas... Por ejemplo, para ganar dinero. Pongamos que soy un artista (uno más) en Córdoba en pleno 2012 (quiero decir, en Occidente, hoy por hoy). ¿De dónde sale la platita? (Para comprar las cosas para la casa, para comprar los libros: mayormente.) Pocas cosas sé hacer; y me jode lo que tiró Robert Graves, eso de que el poeta lo es a tiempo completo o es un trucho. Estoy en la Ciudad, y nadie compra mucho que digamos poesía: Naturaleza muerta, mi tercer libro, recién salido del horno, no será éxito de librerías ni mucho menos, no será, para nada, best-seller: ponele la firma. Y trabajar es indigno, escribo dándome un gran gusto.
Fumo. No sé si estoy dispuesto a cagarme de hambre. Y calculo que la Mejoradora De Mates no se bancará mucho que digamos andar con un muerto, digo, con uno que no quiera, porque no le interesa, salir de pobre. Pongamos que ella quiere -¡y yo, y yo!- una casita con tres habitaciones, y hasta patio. Y que de paso quiera tener un perrito, y todo eso. Y que quiera tener todas esas cosas conmigo, mi vida. Y pongámosle que yo siga queriendo ser artista (uno más, digo, de entre el montón de los que aquí en Córdoba queremos eso, muertos a los que no nos juna nadie: el quiosquero, la panadera, el almacenero, el Intendente y sigo restando). ¿No dirían, queridos lectores, que por lo menos va a estar duro? ¿Y que la cosa puede ponerse difícil -digo, la relación-, por no decir imposible? ¿Y no es verdad que al menos algunos de ustedes desean -¡confiésenlo!- que yo siga profundamente enamorado, tal como -¡por el Can!-, juro que estoy? Porque, convengamos que, cuando ejercito la verba amorosa (no la quejica, ojo), algunos de ustedes al menos, lectores queridos, dirán, ante esa entrada: "¡ay!, ¡ojalá que a este muchacho, a este ignoto blogger, se le den las cosas! ¡Cosa de seguir leyendo anotaciones como ésta, que tanto nos gustan!".
A la distancia, la quiero. Y "el propósito de enmienda" me brota lentamente. ¡Qué puedo hacer, pobre de mí, con mis palabras! Escribir, tan sólo. Será que los artistas somos, para empezar, ciudadanos, ni más ni menos, ni mejores ni peores: apenas ciudadanos entre otros ciudadanos. Y que no hay privilegios especiales, ni caprichos que se les haya de conceder, ni nichos de salvación dispuestos desde el Parnaso para ellos -digo, en vida- por el que zafen sin más. Será que una casa de tres habitaciones con lugar hasta para un perrito cuesta su alquiler, y su luz, y su agua, y su gas, y aparte el cablemódem y demás chiches indispensables para que la muchacha de marras no se bajonee. Todo artista que se precie de ciudadano -por áhi cantaba Garay- se dará cuenta de que así nomás es la cosa, y que él no por ser artista zafará, pongamos, de barrer y pasarle el trapo al piso. Y puede que hasta le tome el gustito a la cosa. Todo: mientras no sea un best-seller más, mientras no gane la Lotería, sueño del pibe. Quizás entonces el artista -¡este artista, este escritor, muchachos!- le vea otra gracia a la vida que la del mero, fantasmático leer y escribir (¿qué?: Poesía). Por qué no. La Mejoradora De Mates se fue, pero volverá. Y no con los millones precisamente. Y la verdad que este escritor, como buen hijo de vecino, lo que más quiere es amar y ser correspondido. Eso al menos viene queriendo en los poemas que de siempre escribió. Ojalá la cosa no haya sido -¡pobre guaso!- llenarse la boca de Ideas, Ensueños, Mentiras. Y ojalá -importante- no olvide que un día escribió esto.
bueno, pero usted no esta obligado a nada... ¿o si? usted es libre de decidir, de la misma manera qe ella lo es. solo resta saber cuanto pesa qe cosa; y esperar o salir a buscar aquello qe sea como usted pretende... pero son sus elecciones! hay un tonito de qeja contra el mundo, hasta autocompasivo, le diría... ¿será tan así? ¿no tendremos, todos, cada uno, un infiernito/infiernote intimo, privado, del qe qejarnos? bueno, tamarit. y no es un perrito: es un golden retriever!!! :P
ResponderBorrarMi estimado Anónimo sacalenguas: usted debe comprender, por si no lo es, que cuando a un hombre se le pone entre ceja y ceja (en la frente) una raja (hablo de la concha, no un desperfecto en la madera), y quiere y ama aparte lo que le acompaña (cuerpo, ella en general), se devanará los sesos y el culo por... ¡ella!
ResponderBorrarMás allá de todo, soy quejica, estimado Anónimo, casi que consuetudinario. Usted me dirá: "tsk, tsk, mala cosa"; y no lo niego. Casi que por deporte escribo plantos. Lo que no quiero, eso sí, es que ella me deje plantado. Por eso, este post, "el de revisar cosas".
Dicho sea de paso, la pega con lo del Golden Retriever. ¿Me está hackeando los Diarios?
Hasta más ver. Que le garúe finito.