20 de noviembre de 2007

Un sueño extraño, con final algo violento y trabajoso, con grúa de por medio -¡nos llevan el auto!-, y el "¡date cuenta!" de por medio; antes, casa con muchas mujeres con el torso desnudo.

Ayer daban La rosa púrpura del Cairo por cable -ahora pinta el cable-, y, mencionada por otros que fue en mi vida, me entretuve un poco algunos minutos. La escena del prostíbulo, bucólica al revés -"cielo al revés"-, me llamaba la atención. Me acuerdo de un texto de Iván Wielikosielek -que me perdone si le pifio a la grafía del apellido, pero tal cosa, en Argentina, es más o menos aceptable-, en el que un poeta dialogaba con una puta, desesperado y extrañada respectivamente. La película, por contra, presenta al visitante que no conoce otro papel, el de galán idealizador del amor absoluto. Se lo llevan pa'l fondo, con más gusto.

El sueño me hizo despertar con ganas de fumar. Luego me afeité, pacientemente, abotargadamente, y esa imágenes permanecen en mí. Por supuesto, si me acuerdo, mañana se lo narro al psicólogo, y algo diremos. Pero esta extrañeza que siento, esta sorpresa, es inocente aún, todavía no desbrozado ese territorio súbito. Si me acuerdo.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Micrófono abierto a las voces del alma de turno.