7 de diciembre de 2007

Tomo una Pritty que ya se me ha calentado un poquito. Hace hace unos años (tengo 34, lo siento) había que explicar a los recién llegados, a los foráneos, a los simpáticos pajueranos qué es esto de la Pritty. Gaseosa de limón azucarada, de la que la publicidad correspondiente nos impulsaba a consumir porque teníamos que ser buenos cordobeses. La industria local y todo ese viejo sueño, birlado, este último, en provecho, ahora, de esa empresita que, como cualquier otra, gustaba de mentir y ganar platita.

Tomo una Pritty con un sorbete de liniecitas negras longitudinales. Hasta hace poco los sorbetes eran las pajitas, término que te daba, o no, deleite o vergüenza pronunciar pero siempre algún grado (aunque más no fuera inconsciente) de incomodidad. Cuando comenzamos a decir sorbete, muchas cosas se solucionaron para las nuevas generaciones; pero una moda o el desenfado o muchísimos otros motivos pueden hacer que vuelva ese uso. Y andá a otra provincia, me susurro, y enterate, nomás.

Búsqueda frenética, película hermosa porque la chica -no la esposa- era hermosísima, y porque era una historia muy bien tramada, toca esto de lo que vengo escribiendo. Van en el auto y escuchan algo en la radio o en un caset -¡chau!-. Ah, un clásico, comenta la mina. ¿Clásico? ¿Cuánto tiene de vieja esta música? Seis, siete años. Eso comentaba la mina, de eso se sorprendía Ford, eso le tenía que inculcar, reformular, la mina. Clásico es Bach, opina Ford. Clásico es Chopin -magníficos segundos movimientos de sus conciertos para piano-. ¿Seis, siete años? Estás viejo, Ford; que te caiga la ficha, me enseñan a decir.

Y anoche charlaba con una de 29, ya ocupada, y algo le decía de volver a vernos, y ella que no, porque no sé, y etcétera. En todo caso, en un pub -digamos "astroso"- sonaba rock en castellano a todo volúmen. Y hubo clásicos, pese a mi pasado de música otramente clásica. Y una niña de 22, más de Miranda! que de saber quién había sido el cantante de Los Redondos, asistía a esa charla de dos que van viviendo sus 30, que se miran un poco triste y sonrientemente, que se saben deseados y deseantes, que disfrutan de rozarse con las piernas porque sí, porque podría pasar, porque se sienten cómodos estando con una onda afín. Y la niña de 22 se retiraba antes.

1 comentario:

  1. muy confusamente escrito y con varias faltas de ortografía. ¿ahora se le pegó la onda contemporánea de escribir mal?
    vuelva en marzo.

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Micrófono abierto a las voces del alma de turno.