14 de abril de 2008

(El muchacho del primer cuento de "Seis problemas para Isidro Parodi", el tono de su habla).

El colectivo dio demasiadas vueltas. Pasó bastante rápido, pero no el que vengo tomando, sino otro, y me vine para San Vicente. Se comportó como si fuera un camión de la basura: a veces recorría las calles de oeste a este, a veces de norte a sur, para después retroceder por otra; y ni siquiera, porque el trazado de los barrios viraba, se ponía en diagonal. De algún modo avanzaba, pero no sabría volver sobre sus pasos. Pronto me desorienté.

Confié en la chica más cercana. Otros, que salían de alguna escuela nocturna, bromeaban con todas sus fuerzas, ruidosos y jóvenes. Confié en esa chica ("¿para ir a tal calle...?") y pronto me encontré en este cýber, de mi casa a dos cuadras. Acá la única luz es la que emana de los monitores, y no hay tanta gente; y, como siempre, soy el más viejo.

Por la tarde anduve en el Circo Loco (chiste con Silvina; entiéndase "psicólogo"). Hablé de mis hojeadas recientes de tipos famosos en ese mismo ámbito, y el propio analista se sumó a lo que yo contaba, para emitir breves comentarios sobre Freud, Lacan, sus escritos. (Claro: cuando hablo de mí, "se impone" mi palabra, o, mejor dicho, él practica su escucha, para luego contrastar, matizar, sorprenderse; cuando el asunto es indiferente -psicoanálisis; más aún: citas librescas-, opinamos.) Terminó prestándome un par de libros de Oscar Masotta, que ya él me había mencionado.

Y me fui a Las Tipas, y comencé con Introducción a la lectura de Jacques Lacan. Libro mucho más legible que los del francés, mejor arado, más señalizado. Y tomé una cerveza, y comí un par de árabes. Total, que el frío agredía bastante y terminé yéndome; aparte de que no estaba ahí ninguno de "los muchachos" (cf. Diario de la guerra del cerdo), y la lectura a la intemperie me ofrece por lo general muchos motivos de distracción (la escucha; mi propia mirada, que se va del libro y encuentra movimiento "afuera").

Tengo planeado tomar más de un termo. Tengo planeado seguir con Bouvard et Pécuchet. Tengo planeado reírme de esos dos, de lo giles y circunspectos que son (¡no a la autocrítica!), a la luz de las velas, teniendo, como tengo, un paquete más en el bolsillo, aparte de las que queden en casa.

Porque estoy viviendo por estos días sin luz (y encima durmiendo medianamente mal), y porque el silencio de la noche me fascina.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Micrófono abierto a las voces del alma de turno.