4 de agosto de 2008

'Visage'

Mañana bastante fría. No es que esté destemplado. Desperté temprano, estudié un poco, me volví a acostar, una horita. Y no hay vacío. De hace meses, no hay vacío, no hay ansiedad. Y me extraña, y no me congratulo (pero lo encuentro natural, disfrutablemente llevadero), y escribo y leo. Como un experimento sobre la propia carne, anteriormente padeciente.

Fumo mi buen CJ. Recauchuto el mate, lavado y frío (recauchutarlo: comenzar a cebar de nuevo), y sigo con la vista el humo que se desprende de la brasa. Quisiera volver a leer ese poema sobre fumar que está en Partes del todo. Es así: una constancia, una tónica, quizá una técnica. Un modo de durar, en todo caso; pero esta duración no es pesarosa, digo, no estoy ya a la espera, al acecho. Soy una cosa más, que ni tiende ni se distiende, no mucho -no exageradamente-, en todo caso, al menos por el momento. ¿Dominio de los apetitos?

Toco la quena, estos días, y mejora, una vez más, su sonido. El caramillo o lo que fuera de El juego de los abalorios... Sonrío un poco travieso: afloran muy viejas lecturas, muy internas, muy de base. Bamboleos de la actividad: no somos uno. Parece que el tiempo sobra, hasta para las recaídas. El tiempo: verdaderamente medida del movimiento.

1 comentario:

Micrófono abierto a las voces del alma de turno.