7 de julio de 2012

MORBO

La gata, en la falda; el Lagarto, que se la agarra con una de las zapas que la Mejoradora, gentil y apiadada (asqueada, reconozcámoslo también, con el olor a queso sardo de mis patitas), me pasara hace unos pocos días; un mate recién comenzado (gracias, ¡oh, Sandra!, por haber tenido en stock calentadores eléctricos a un precio razonable...). Y el cansancio sublunar de un cuerpo que ya tomó las pastillas para el no rigor, y que, ahorita mismo, no tiene ganas de cenar yá. 

Prendo un Parisiennes. Moto-Moto me los hizo a $8,50, cuando todo el mundo sabe que están a $8,25 (¡¿o habrán aumentado en el ínterin, la puta madre, INDEC?!); concedí los $0,25 "graciosamente": el guaso (fitness y fijador) está haciendo "importantes" refacciones en su local sito frente a Policía Judicial (ponele), y tiene que tenerlo vistoso, lindo, hot: target que busca. Los concedí también porque la Amada me susurró, cuando llegábamos: "hoy no hinches, querido, más las pelotas". Ante todo, el minón patrio con el que estoy saliendo; y echar más mocos, por estos días, la verdad que probablemente significaría el "acabose" famoso del asunto o Vida. 

A la vaga la dejé, soñando y reposando, en su depto céntrico, y me vine a las apuradas pa'l rancho. "A la hora de huir, preferimos los taxis." El control de marras fue llevado a cabo por un "oficial de (indudable) sexo femenino" y de gran porte, que pareció relamerse de ¿malsano? placer ante la "presita" de gorra que se le ofrecía, o sea, yo: desde el miércoles a eso de las 00:30 hs. "carezco de identidad" (¿así fue la frase, Negro total?); por más que hoy haya denunciado robo de billetera (¡DNI!, ¡CARNET DE OBRA SOCIAL!, ¡2 TARJETAS 2 DE COLECTIVO, CON EL Nro. DE MI DOCUMENTO INCRUSTADO EN EL CHIP DE AMBAS!, ¡ETC.!) (¡Y LA COSA ME LLEVÓ, FÁCIL, TRES HORAS, DE MÜLLER A EMPALME A MÜLLER, Y EN AYUNAS, TONERRE DE DIEU!), no tenía conmigo la constancia (de qué, ya ni quiero saberlo), ni fotocopia ni nada de nada --sólo plata--, y se me vino, "de nuevo una vez más", el semblanteo o Función. ¡Mamita querida!: ¡¿por qué mierda estaré conminado a vivir totalmente inmerso en las redes todopoderosas de un Estado dado?! 

La cosa es que me cebo el segundo mate. Lindo, escribir. Felisa permanece sabiamente en mi falda, y las "bagatelles" de Jesse Stacken me devuelven a cierta... ¿meditación? Digo, habiendo ya contado lo que tenía para vomitar. Escucho, así, los sonidos de la calle, ahora. Pasan, cada tanto, autos, pasan motos, y Magnolia zumba, silente. Le subo el volumen al Equipito de la Sil. Miro el telgopor de los ahora "frondosos" cactos que me regalara ¿quién? La Mejoradora ha quedado allá, en el Centro, y La Babía está a mi soberana disposición. 

Prendo un pucho. Ganas de cagar. La Sala Naranja adquiere, de pronto, cuerpo. Lagarto ha hecho un gran quilombo gran (todo el día encerrado; dos o tres "cloritos": ¡agarrate, lavandina!). Miro una "postal" NUNCA MÁS que colocara la Amada en la pared, y que uno puede fácilmente observar de levantar nomás la vista del monitor: el hombre del facón, El Asesino Del Facón. Elefantitos, de otra parte, que se suceden, al lado, mediante una soguita o ataduras, y todo, de colores varios, lineal conjunto que miro colgar, trompita hacia arriba cada uno, y cada ojo, mirándote de costado. Cortinas. Sala Naranja, sala del estar solo, mientras la Mejoradora de Mates duerme quizás su gran agotamiento... 

(Porque esta última euforia, sofrenada ya, la dejó exhausta; porque, si bien no salí del todo mal parado esta vuelta --¡por suerte!--, la vaga ni por asomo se esperaba un Baile tan furibundo violento congas a mil, frenesí e irritabilidad ciclópeos... Fuego que hay que mantener prendido, sí, pero buenamente, no jodamos; fuego en que tantas veces me vengo consumiendo chotamente pobre mal, y cuyos daños colaterales más me valiera no seguir perpetrando; fuego o pulsión de MORBO.) 

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