5 de septiembre de 2008

Palotes

Emolumento artrítico, vacío considerable y tendencioso, domeñé miriñaques con alcancías y un fiel -un fiel de noche, un fiel sin las cenizas que flotaban-, lenguaje exangüe y minucioso o nada, celo en el dolor de panza o corvas contra el vislumbre: los sintagmas.

Sintagma y nombre, vejámenes y la bóveda supralunar o escupitajo de los alicaídos, combinación o puerta que el oxímoron relamió, como gata que espera su huesito, la hacienda de cada percal desmoronándose. Navíos a la deriva, locura no delirante o vislumbre de los estadios de Alejandro Magno, deporte cuerpos envejecidos.

Liza y Picasso, tocada con las perlas de sudor de alfanje, vivimos en la ñata de atardecer ojeras, o de observancias de los mecanismos/trucos a que solemos apelar por mor de esa típica fascinación/desplante. Desplante o cinamomos, desplante o las cotorras que injurian gratarola, palos borrachos con las espinas que dio vuelta el celoso, celoso de cada nombre que es diadema, y la clavija que te carcome el esternón y parte.

Así, monedas pobres. Así, la mariposa que mancilla grutas de esperpento. Así, una ventana abierta de esperar a la que cogió, hambruna y desazón/cenizas, prendo mi llave al recibir meandros, los todo ignotos, cada acontecer.

(Retórica, fieltro de rioba, había una mujer que caminaba. Ladeando su cabeza me decía: "sí, soy otra". Y en la otredad había escorbuto, golpes, espera maniatada, anoche vi algo de antes y de ahora, violencia contra los cuerpos adolescentes que hubiéronse indignado, Galán/Esfinge de sus canas, los picanearon, como ese hentai que se agita bajo cualquier superficie, y horadamos porque alguien hubo ahí, todo huesito es pauta de inúmeras violencias, y la mujer me saludó, temí, apagué el mate, y los fenómenos están quietos, y no me maravilla, porque la maravilla es padecimiento en éxtasis.)

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