24 de septiembre de 2008

En medias

Miríada y molusco, melatonina que putearemos, miriñaque para nada inexperto que escancia, atusando, desatornillando. Propiedad inicial, estremezco la del fuelle, o de las cremaciones a la que se trenza con perritos, y me solazo como una mancuerna sin aliento, crin árida que espeta espasmos en son de olvido. Indago cada quemazón a lo bruto, me detengo como aguaitando, esputo un chancro contra la pared, despilfarro tesoros.

Brazo que cuelga como vendaval, brazo que es la juntura de cada reproche que dirigí contra los profesoritos de la transparencia, brazo inmutable y yerto de la muerte que calculo sobreviene como un verijazo mal; y vago y pesaroso, y tenaza aquellos dirigibles, y ayer masqué tu labio en medio de la errancia. Brazo como las lonjas -fetita de fiambre, fetita de fiambre- que colgajeaban de un carnero que chupaba, helado y presa.

Helado la quinceañera, acuso al padre, sonrisas como manoseos de la tele en que mirás, excitada y comentando, escenas de la grosa, de la venosa, la que en ojetes escampa, la redomada, la arisca, aguja cose labios, aguja e hilo sisal andan entre barrotes de gata que se aleja, y en pos se aleja del placer, por más que el hambre, por más que el no regreso. Gata para gozar de arriba.

En la alcancía hay dos sarmientos e indisposición de nuestra mancuspia que rezó, en la alcancía quebrada: gozo el olvido, gozo la desazón, gozo cada tecla que el hombro decide, hombro de laburar, los esforzados, lazo barato para que te sonrías, como si me llevara el chanfle repito la distancia que nos separa de Lizarazu, deditos caen plunc entre tachuelas, herrumbrados, y siempre, y ya de antes, inútiles, hicimos bosta el body, cuello que el trompadón te estampará, escarceos y ratas contra la cocina, botellas y botellas y botellas, suena la música, teclamen como si me aburriera, como si dijera que desde los acantilados del cuiqui tuviéramos perdón, monedas alacraneadas, bolo de búfalo.

Mayormente disgregado, desagregado, desagradecido. De tu magisterio te ahorraste lo poco que nos quedaba de razón, esa Utopía, después fuiste al pesito, pasito a paso intento reacomodar el entimema, mimética lozana la de la corrección truchex, lexemas adquiridos y cuidadosamente manipulados, y en eso ando, intento componer ese tirano, la cosa es de alquimista, qué vachaché.

Plana mayor el escorbuto, el insulto que de pavita y roperito repaso, repasadores que en la repisa yacen, raya tremenda, colegís una pancreatitis más, llave que cuelga como el camafeo que soy, deambulo piojos para que más sonrían, cinamomo atardecido tu jugosita crencha, crencha como estrechez que nos sorprendió cuando la gran cultrum/ramitas, miraba la arañita y su magnífica tela ondulante, trapo de toparse cuando cogemos a vista de cualquier desfile de zombies, me distingo, claro, de lo que propalo pero ya no me importa mucho tampoco, pelela y peladura, ventana alcanforada, receptor.

Suponiendo que lo cierto es racional, nada extraigo de lo tal, ni de cada tal qué, cantan estos guasitos sorprendidos otro Tristán e Isolda, me desamarro entre piedras, y viene la avalancha, y viene el esternón, forzar la soga para que feo penda, lamer gatitos y curtir estolas, orangután pie quebrado.

(Quebrás a la Deidad, a la cartilaginosa. Maneras de gutaperchar la adolescencia.)

18 de septiembre de 2008

Fuente de Gloria

Ríspida luna, amada cada frontera contra los azulejos del ermitaño o ser, inquirirás la exhausta manera en que nadamos como oropéndolas baratas, resumidero de la distancia, pasada la mancuerna al morbo. Voy por emblemas, vas como la carantoña, irá y esquivará pachorras incandescentes, el exabrupto insigne. Modismos o el formaldehído, velaturas, repetición de la estirpe, pedazo de longánime, cadencia no consolada y manos arriba, manos como la siega, manos que, febriles, se me indispusieron: mal y pronto. Zulema dimensión, hiere el torvo corcoveo toda la celeste lid. Pero como lo estentóreo: sutil y delicada.

Enumeración truncada por amigotes de rejillas/claustro, reconducimos su clavija y tedio, estancias en que el adolecer diseminaba esputos como la dentición forzada, miro la lengua o fieltro de tu ñu, clarividente gata que desobedece a cualquier veleta avecinada, la aparición de escarbe tiene pañal de sed, yacija reclinable, esclusa.

Quizás el pan que retomamos conserva todo su tutiplén o de la serenidad irónica, opúsculo la irrisión, molares, psicomoro el aldabonazo que di, rasca con la pasión de higiene, hirsuto vendaval o resina atormentada, el arco.

Morcilla la remera, meandros o del escorbuto sentido, parapetado, yerto. Municiones debajo de la propia liendre, refucilada alcoba, rociaba al niño con alcohol, vejamen que indisponía a cualquier posible, manumitible, hesitas. Porque el canijo de sus ojetes relumbraba como los choques, Zapata que se alejó del chancro, ya que es basura que el de Cliba arrojará contra carteles cruentos.

De todo el entimema, Miramar.

17 de septiembre de 2008

Irisación del velo en concha de sufragios

Alientos como la musaraña de lo que partió: me sudo, crencha menemista y pusilánime, dejo los rastros de una carnicería en ciernes entre arrecifes no pujantes de un insólito velamen puerco, me condenso como las etapas tomadas de la mano y fieltro, endriagos y escarapelas que enrostran una falta me sopapean el culo, velocímetros de mostaza fugaz saltan contra el acertado reproche de manifestantes enlodados y no por eso heroicos, chifla el chofer, pulsión la liza de tu equipo o refucilo/cochemotor del pelandrún que teñirá, menores tiemblan ante el ocaso de la pelota mascada bajo techos, pornográfica avestruz.

Misógina rebelión que otea espamos, épocas en que tu pelambre era manopla de mancuerna, rábanos que se quejan como visillos en que alternarías, cada espaldar y luto contra las antiguallas que vendíamos, 'panadas del alcanfor/pobreza que nos hacían recuperar cualquier backup, mishiadura como brazos cortados y puestos en remojo, reclama el ánade su quijotesca ración de esputos, esa minita desenfadada y agria, y arroz como juntura incierta y veleidosa, plantillas almacenadas del trabajo de la Ley, de la escopeta que calla tras telones de escorbuto, corrijo como pienso, pesebres y la tríada como remesas que a la Cochinchina exportaremos, bien, solicitud y desazón de alcance.

Pondría a arder parrillas para el afrecho, cortante Dulcinea a la que silbo, mersas como la iluminación del ring, cae la noche y con ella el parto, gazapos estornudados de la sangre/mucosa, polillas para la seda que me garrapateó, perro oxidado.

Casi cualquier desplante es del orden, su fusil, irisación del velo en concha de sufragios, derrotas de la esperanza que ya fue, la guasita toma su gancia y pertinaz estruendo, cruje, primera vez en día, el hombro izquierdo, se viene enfermedad, pesa su brazo, escribo. Así, mi "yo", dije engarzado y benteveo, aún escampa en este texto. Como una alcantarilla que fijamos denodadamente y, pese a ello, se lastima, se agazapa, es torva por demás.

13 de septiembre de 2008

Irán crisol de razas

Fumo un CJ, tomo mate. Descalzo, practico un güiraldismo más, muy de entrecasa, como calculo que sería lo típico. Puccini no atruena, pero esta grabación histórica es de muy mala calidad: nunca una ecualización, o sí, y devastadora. Me crujo el morbo, dije, porque recién estoy como que queriendo darme cuenta de que me estoy despertando (¡date cuenta, 'manita!).

Anoche vi, en lo de un amigo y en youtube, danzas irlandesas tradicionales: impresionantes; las contrastamos con el malambo. Después, por curiosidad, pusimos "armenian dance" en el buscador de ese sitio, y pudimos escuchar una música muy rara, deliciosa y torturante: insidia en el deleite.

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Montura desenclavada contra las diversas remesas, colijo por podredumbre el alce, el claustro. Pintiparada estación, engarces de descompostura y tedio me sofrenan, teclado duro que el ánimo kalós capitaliza todavía. Brisa que tiende escarpaduras, tejo cansino que ya de antes presuponía estampas, razón y sierpe o quiste, valerosa y consuetudinaria unidad.

Me estorba el pútrido, vejámenes adustos que el ocelote esparce -el fiel, y harina y médanos- en tu costado y grisalla de alcanfor. Pasatismos/novela de la colina, mi lívida pulsión o botamangas de observar carroña, arroz la Presidente/ojeras, la de la voz estentorizante, saludan desde el atrio torvas comadrejas, ¡dije!, buscan huevitos, caricia la voluta, maíces del escorbuto en andas.

Música como precinto que visito sin cultrumes, evolución tardía y constatable, sol como esa medalla que no mellás ni a palos, guedeja que sostengo, posibles y retazos eslabonados entre escolios y campánulas de te rasqué, trava que calla en pose de aprendiz del desprecio, cervezas para que Armenia note que el alfanje no esquizofrénico escandió.

ENVÍO

Si mi canción, paloma, vomitó panes duros como enaguas de la alcancía, cuenta y modo darás del incómodo percance. Así podrás decir, por más que evacues dudas, que el fieltro de la escoba hace de peluquín rigoló de las losas. Extraña función, ese tu F1, de desengañar caprichos.

11 de septiembre de 2008

Hebenon

Soñé con la loba romana en forma de ayudante alumna que aumentaba, nariz mediante, a nuestro bebé. "¡Qué asco!", decía otra. Puedo seguir estudiando.

Tomo unos mates de lagrimear de recién amanecido, me acuerdo de mi gata gris, que todavía está en el techo, y pienso que sólo el hambre la obligará a bajar; pienso también que entonces comerá con su parsimonia característica, que beberá sin tregua, y que saldrá de nuevo a darle a los muchachos. Así, hasta la extenuación, que nunca alcanza, la muy guacha. Eso es la vida según ella, según Tobi, según la mayoría de nosotros. Tumbas selladas.

"Forma toootal sin sentido de sí". Me siento juvenilmente tranquilo. Miro las cortinas/mantel, las veo acariciar el aire. El aire, que está fresco. Pulóver verde de las agujas de mi madre, me cruzo de piernas. Haré algo Güiraldes: miro las llaves, al pasar. Luego agrego: caíanseme con cierta regularidad, hasta que logré quebrar una de ellas. Y esa broncínea superficie, ese color que la bañaba, entonces vi cuán apariencia era, cuánto fachada, qué pedacín de chota promesa. Y eso pasó hace días.

Así, llaves, bueno, pero que abran. Manojo yerto, te aludía: sólo para mi prosa. Difícil, esta vida de apreciar, empecinado mal, lo particular/fantasma. Fumo gustoso, dolor muy leve en la garganta, las pastillas algo la transforman, me muerdo el labio en gozo de lo que suena, "mientras yo te busco te busco", músicas que el alma ritman y conducen. (El alma es cosa mía, no persona: ahora lo veo.)

Con respecto a la noción de unidad: no estoy en ésa, ahora. De última sale, pero ¿para qué quererla respetar? Me rasco la médula espinal y las mamarias, peluche la entrepierna, sé que mi pelo es corto, siento que alguien se higieniza allá atrás. ¿Julio Requena, en un rato? No. Quizá acabar con Leopardi. Tomitos de la incandescencia o vermes, por más que aburridamente lo sepamos.

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Meandro, digo, Escamandro, mitones, sarpullido feroz, pizza sin patas. Cojo mi liendre, exulto, zalemas como la vencida, rasco la pauta contra los innúmeros, convoco visos o su regodeo, estipulo miserias, carpetas como la cresta coadyuvante, pasillos adocenados, dije, empanadáceas que mascás como si fueran fieltros, sol o la carencia de aroma a limpio en aires, patitas las inmóviles en la costa que no chueca es, lactancias esa endovenosa, y no está mal, sueño ronquidos o de la regoldancia en puerros, motivos escalonados y la fajina, sol o cancelas que no puedo desmerecer, febril, ni siquiera de a ratos.

Bailo gironamente redundante en el Areópago, bailo con los rasguños preconcebidos, bailo contra la piel o jirones a fingir, jirones a flagelar, jirones manumitidos yá. Pelotas pican como gigantescos arrecifes -muy de película-, mareos a dos manos y ningún número agotado, guasito que guedejas esculpía en andas del que ya dije, somnífero presionable que resumimos por indiferente, grito pelái el cofre, sonrisas y devastaciones como moneda o fuente de Gloria en inodoro, y corre el agua, y su valor no puede diseminarse, imaginario todo.

Colapso, pues, para cualquier mancillable, mazapán de quien escande Patroclos -"caballos lloran"-, sol o la distancia del tedio a pie, guasito que mucho hinchaba con el "salid a los caminos", qué feo que se desgañitaba con su mal "vosotros", sordito él, bailo sentado la neoCumparsita, ungüento y los dogmáticos. Por andamiaje, el lino; de cada pared, ojotas abandonadas (ése es el final, che).

10 de septiembre de 2008

Posturas diversas para soltar la pluma

Volteó la depresión, redoma esparto quieto, lazo contra el otrora, dijes: agonizar cuarteando lumbres. La cosa, tantas veces exagerada, deriva en arcadas o malabares clic de muchos, olvido y pelandrunes que se malician o relamen el cuarzo cuarto quieto de sin sábana, de sin aire, de con ropa apelmazada, mugrienta, bollo, aljibe interesado, vajillas que olvidaba tras la entrepierna bíblica, consejos de la Fito con todos esos sexos estereotipados, ya, de niños, lodo para crisálidas o de la yacija meable, es más. Pieza sin portafoco -perdón, Laviga, estoy tomándolo-, cuerpo que es como los entretejidos reproches de cualquier eslabón tontito, las verjas embaldosadas y abandono (vegetación, pobrerío, cloacas de discurrir manso, plásticos, pañales), la liana es perdición, la sola Córdoba o llano, cinturón verdáceo contra el emperifollado armadillo que chacarerea, baquetas/cultrum/repique, tuerzo la espalda para que me dé más frases, música juega al kurupí, resabio establecido en andas, deambule en bulos de la violencia, la carraspera o colectivo al choque, estás ahora ahí, vamos al pie.

No tan honesto, cruce de entimemas, medís y no sabés, severa regla de tasar estímulos, pabellón La Mansa, no es eso hablar. Diversas que rodeo, si voy al muere, ¿aceptarías decepción?, por mor de claridad, entonces dije.

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Qué feo despertar: depre, decepcionado, malo. Leí Leopardi, ese heroico descabalable, aunque muy al rato logré darme cuenta de que sus versitos -su traducción, encima- tenían algo más que sonidos. Comí un buen estofado, y me embolé con mi depre: sencilla, muy vencible, aunque no tan inocua: me lleva a la deriva, una vez más.

Y cómo no amar la deriva: me da la posibilidad de escribir. De darme el tiempo de decir. Por más que la sequía, por más que ojos secos. Hundido en el colchón, respiré, retomé el libro y, vencido y más pálido que arrabal, me fui a terapia. Y por una vez mi analista no me sedujo, no me derrotó en claridad de haberes, y me fui, con más ganas aun de encerrarme.

Tomo mates, Laviga. Escucho rock en castellano, esa baraja trabajosa de las horas de bar. Esa notabilidad. Una mujer me dicta: "la soledad es una realidad". Ácidos al reproche. Un saber tan obvio, querer verlo hondo. Prendo un pucho, escucho el '63 de la Fito, preparo el tan demorado, y lo será todavía, carnaval y delicia entre mis cosas, intento darme al hunde.

Grato sería. Pero hay cierta propiedad en los gestos, olvidada.

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La Fito es agasajo. Palabras pobres. El olvido, sólo deseado. Lo de la Pizarnik: te estrellarás contra la rosa, que vencerá tu mirada. Poder de lo inmarcesible, tan odiado: y ése es el fantasma, che -y ahora te hablo a vos-. Lustros intentando aniquilar recuerdos. Oxímoron del rostro: flash encendido, dulce vela, peñasco de la aljaba puede. Y así, gozoso, soy este lenguaje: mi habitáculo. Y el recupere es quiebre. Hablando mansedumbres de dolido, sabrás. Y que se cierre el blog: carpa en nosotros. Y que es mentira todo: la edad dorada, de repetirla, es grotesca, y mi maldito esteticismo es querer. Sola una lumbre, para un rincón. Muy penoso, muy deleznable. Amo mi lenguaje.

Nido de víboras que colman una tumba, sebo de cenizas, Laviga. Umbanda el estallido, soledad el zumbar de la pecé, todos tenemos ritos. A Christian le decía del color inusual del azulejo, cuando la euforia, sumada la fosforescencia. Sajarse a lo loco: ése, el espectáculo aplaudido. Se ven cosas horribles. Cárceles horribles. Gruñidos horribles, fieros. Eso es, y nada más, la soledad: y me desmadro. Prendo otro pucho, delimito el cáncer, pienso en el silencio que ahora suena. Y pienso que no es nada, esto es, que es un silencio de teclear. Humor neutro.

5 de septiembre de 2008

Palotes

Emolumento artrítico, vacío considerable y tendencioso, domeñé miriñaques con alcancías y un fiel -un fiel de noche, un fiel sin las cenizas que flotaban-, lenguaje exangüe y minucioso o nada, celo en el dolor de panza o corvas contra el vislumbre: los sintagmas.

Sintagma y nombre, vejámenes y la bóveda supralunar o escupitajo de los alicaídos, combinación o puerta que el oxímoron relamió, como gata que espera su huesito, la hacienda de cada percal desmoronándose. Navíos a la deriva, locura no delirante o vislumbre de los estadios de Alejandro Magno, deporte cuerpos envejecidos.

Liza y Picasso, tocada con las perlas de sudor de alfanje, vivimos en la ñata de atardecer ojeras, o de observancias de los mecanismos/trucos a que solemos apelar por mor de esa típica fascinación/desplante. Desplante o cinamomos, desplante o las cotorras que injurian gratarola, palos borrachos con las espinas que dio vuelta el celoso, celoso de cada nombre que es diadema, y la clavija que te carcome el esternón y parte.

Así, monedas pobres. Así, la mariposa que mancilla grutas de esperpento. Así, una ventana abierta de esperar a la que cogió, hambruna y desazón/cenizas, prendo mi llave al recibir meandros, los todo ignotos, cada acontecer.

(Retórica, fieltro de rioba, había una mujer que caminaba. Ladeando su cabeza me decía: "sí, soy otra". Y en la otredad había escorbuto, golpes, espera maniatada, anoche vi algo de antes y de ahora, violencia contra los cuerpos adolescentes que hubiéronse indignado, Galán/Esfinge de sus canas, los picanearon, como ese hentai que se agita bajo cualquier superficie, y horadamos porque alguien hubo ahí, todo huesito es pauta de inúmeras violencias, y la mujer me saludó, temí, apagué el mate, y los fenómenos están quietos, y no me maravilla, porque la maravilla es padecimiento en éxtasis.)