18 de febrero de 2011

Ahora tengo un blog más, muchachos

Bueno: estoy, por una vez en meses, entusiasmado. Es por lo que comentaba en el post anterior: Bardamu facilitó los textos (en francés) de esos panfletos de Céline de los que mucha gente ha hablado y que, quizá, no tantos han leído. Y hacía falta un traductor. Y me presté: inauguré Traduciendo franchutes, un nuevo blog mío, que ya tiene unas muy modestas tres entradas (este post mismo funcionaría al modo de los nunca bien ponderados "A mis inicios": como traductor) y en el que quiero ir poniendo traducciones mías del francés. No sólo de Céline, ojo. Pero por ahora él.

Proyecto largamente acariciado, casi que metódicamente postergado, traducir. Estoy por terminar el cursado de francés que brinda la Alianza Francesa acá en Córdoba, y de hace tres o quizá cuatro años que vengo sacando cosas de su Mediateca y leyendo, mal que mal; y a veces no entiendo un joraca y luego, poco a poco, le voy encontrando la vuelta, hasta el punto de haber establecido en mi rutina diaria un training de lectura en francés. Todo, básicamente, para leer esa literatura; pero también en vistas a traducir poesía, "el ideal".

La idea que se me hacía era que tenía que seguir leyendo. La naturaleza de la literatura hace que, por ejemplo, la poesía en otro idioma tenga otras mil sutilezas y "secretos" que no figuran entre los de la poesía en castellano. Como a aquellos de los que estoy anoticiado más o menos en mi idioma les había agarrado un poco la mano mediante leer lo más que pudiera, tozudamente, empecinadamente, imagínense cuando me di cuenta que la literatura francófona en su conjunto, y la poesía en especial, eran como un territorio con otras plantas, con otras bestias, hasta con otras piedras y ríos.

Así que venía postergando el traducir.

Pero con este asunto de Céline medio como que me sentí hasta urgido. Yo, viejo lector de Nietzsche, que había (glosándolo) contemplado largamente la faz de ese monstruo hasta que el mismo monstruo empezó a urgar, él también, en mis entrañas (y claro, lo mandé al ocote, nada quise saber, por mucho tiempo, del loquito), yo conocía esas explosiones, esos odios, esos paroxismos exacerbados: mucho los había "aprendido" en el alemán, mucho "me tocaba" eso. Y ponerme ahora a leer Céline, y percibir las mismas oscuridades, los mismos paroxismos, el mismo desatarse para el carajo, bueno: ahora estaba tranquilo, ahora sabía que eso es desenfreno mal; que es, básicamente, un desatado, delirante querer hacer daño, algo imperdonable.

Ahora, digo, puedo mirarlo con frialdad. No, no es "frialdad" la palabra. Ahora, digamos, puedo leer a Céline con los pies en la tierra. Escucho ese delirio y sé que está falseando, caricaturizando mal, deformando y mintiendo; que la imagen del mundo que Céline nos propone no es la más ajustada a la realidad ni mucho menos, y que, tomada al pie de la letra, creída, vivida, es nefasta.

¿Pero cómo "tapar" un libro? Está bien: simplemente se ha decidido no reeditarlo. Pero la ignorancia, el desconocimiento, el hablar por hablar, el creer que Céline es un Cuco o un Monstruo de la Crueldad, sin leer, sin analizar, sin desmenuzar sus argumentos (que, personalmente, puedo decir que son más bien risibles, en el fondo), no sé si dicha posibilidad es preferible. En todo caso, iré ofreciendo a los lectores (no prometo el libro entero: hago estas cosas desde el entusiasmo), por pequeñas entregas, fragmentos de un pdf al parecer pirata. No digo que cumpla con un deber, exactamente. Pero la difusión de este material (absurdo, despreciable, risible) me parece mejor que su ocultamiento, que su negación.

2 comentarios:

  1. Bueno, tengo ya muchas ganas de leer a este autor. Y creo que es una gran labor, y tremendamente enriquecedora para todos, el que alguien quiera mostrarnos otras formas diferentes de pensar que, a aquellos que no entendemos francés, se nos escapan por completo. Al menos hoy.

    Yo lo hice con algún fragmento de cancion (no tengo o acentuada, lo siento), bueno, de tema musical, checo, hace años. Vaya, ahora no puedo poner el indefinido de gustar en tercera persona, sin el acento... "gusto" con acento en la "o" mucho a la gente.

    Un abrazo, Pablo. Por cierto, ¿qué es mandar al ocote? Creo que me lo imagino... pero por estar seguro. Que no se diga que me la chupa un huevo perderme partes del texto.

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  2. Mandar al ocote, mi estimado amigo, es mandar a la mierda, mandar a pasear, mandar a freír patatas, enviar a alguien a ver si llueve en la esquina, etcétera.

    Saludos, y gracias por pasar.

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Micrófono abierto a las voces del alma de turno.