Apago la colilla. En los auriculares suena "Limón y sal". Comienzo un nuevo mate: y cuántos irán en estas mañanas, estas tardes, estas noches. Vicio de contar; querer glosar a Borges: habrá un mate que será el último. ¿Y si me quisquiera, alguna vez?
Miro el Nycz que colgué acá frente a la compu, con dos clavos que me facilitara Piedra Limada, clavos tremendos, carpintería. La lámina me dice cosas. Fondo de cartulina azul, la silueta -rostro y torso de trazo simple, neto- es de un cuerpo que se expande. La forma en que están diseñadas las pupilas -con liquid paper- es curiosa; y la luna, "que crece como C", flota allá arriba, elevándose, rodaja de melón blanco, hielo y cristal de un sitio sin estación determinada.
Prendo un cigarrillo más. "¿Te acerco mi movilización?" Restos de algo que finalmente no vi, bandera del amor y la ternura, me quedo cavilando. Suenan Los Cafres ahora, en la Pobre Johnny. Me crujo los dedos del pie. Cuerpo que tarde o temprano cederá al desgaste natural de las cosas de este mundo, por más que el organismo luche, por más que esté conformado para, en principio, luchar, para oponerse a la erosión, a la inercia. Cuerpo sensible, cuerpo sujeto a padecer diversas afecciones: allá en su departamento, o quizá ya partiendo al trabajo, hay otro cuerpo.
Mi cuerpo, el suyo. Su cuerpo, hermoso, femenino, salvaje, civilizado. Todo tembló, y partía. Y se negaba. Y yo qué puedo decirle, qué puedo hacer que no sea darle más palabras, dirigirle más palabras. Pobres palabras, puente y muro a la vez entre los cuerpos, sus dueños. Sus dueños, sus usuarios, mentes. Sus yo, sus vos, sus ella.
Cantan Las Pelotas "La colina de la vida". Prendo otro pucho. Carraspeo, fumo. No pasa por la Filosofía -no pasa por tal o cual filosofía-, sus enunciados. No es simplemente hablar sobre cómo hay que considerar al otro, qué es el otro, qué soy yo. Pasa por qué hago efectivamente yo, o vos, o ella. Como cuando Nietzsche se puso a investigar las diversas morales efectivamente existidas: no el versito, ni lo melifluo, lo bienpensante, sino cómo cada uno realmente vive, viene viviendo: sin tapujos, sin pruritos, sin eufemismos.
"Tiempo al tiempo; aceite al engranaje." Diez años en el fondo de estar solo -lo de hace dos no cuenta, ser pata de lana la verdad que no cuenta-, y me encuentro con que todo lo tengo que inventar día tras día. Y quiero, claro, pero estoy perdido, desorientado. Quiero e invento, quiero y propongo, quiero y le busco la vuelta; pero me falta el background. Así, sobre la cuerda y sin red, apenas una pértiga que algo me ayuda, voy hacia ella llevándole una planta de albahaca de que ella muerde una hojita con los dientes, y ahí nomás al toque emprendo nuevamente el vuelo al otro extremo, buscando otra cosita que llevarle: una plumita, una ramita, un pedacito de nylon: para esta especie de nidito que como que instintivamente me sale querer hacer: con ella.
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Micrófono abierto a las voces del alma de turno.