5 de julio de 2010

Ecuanimidad mantenida; decae al cierre.

Habíamos esperando un taxi demasiado: eran más de las cinco de la mañana, y los pocos que pasaban iban ocupados o despreciaban nuestra facha, sobre todo la del Kelly, que, alma de la calle, silbaba a los coches o les hacía señas bien aparatosas, como si de un helipuerto se hubiera tratado. Veníamos de ver al Circo Da Vinci en 990, y el Gera se había quedado haciendo sociales en una sala que muy a disgusto se vaciaba. A mí me pintó el cansancio. El Kelly dependía de mí, pero, de haber tenido guita, se hubiera quedado hasta el amanecer: había vivido una noche de emociones raras para él, y quería terminar de reventarla, y qué mejor que con una buena puta -según su más hondo sentir- a la que romperle el orto.

Me puse a contar monedas. Cuando me di cuenta de que realmente nos alcanzaban para el bondi (los billetes que quedaban eran de 10, y no hay modo), vemos venir un Celeste Central. Le digo: "¡vamos!", y comienzo a correr. Veo que el Kelly me pasa y algo me dice de una dieta a seguir, pero no me esfuerzo: llegamos bien. Subimos al bondi, más o menos poblado de aborígenes. Nos sentamos atrás de dos menores que de algún baile volverían, y el Kelly les empieza a decir cosas, dulces a veces y otras violentas. Así había sido toda la noche: cuando estábamos yendo de la 27 de Abril a Buffis, el vago se despachaba con más o menos cuatro piropos por cuadra. Nunca lo vi tan revolucionado: se ve que no conocía la noche de Nueva Córdoba y sus pibetas úblicas. Se había generado como un código: el "recatate". Éste se imponía cuando andaba la yuta cerca, o cuando directamente el vago echaba mucho moco.

Nos separamos a la entrada del pasaje. Llegué a casa y me mandé un buen Steve Reich, fumando en la cama y pensando en nada, esto es, en "la materia sonora" (Spinetta). Hoy ya pasó un día. Lav me envió un lindo mail, le respondí, y me quedé pensando en escribir algo. Por segunda vez en una semana me felicitan por mi prosa. Y yo que quería hacer versitos. Me acuerdo oscuramente del prólogo al Fausto de Goethe (esos consejos que le tiran a mansalva al autor). Me pongo triste de un saque: "el amor es muy raro", me han dicho también por estos días. Lástima: si hubiera tenido esa emoción antes, otro habría sido el post.

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