10 de enero de 2009

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Jeremías, gordito no cabrón y más que bueno, fotógrafo del espiante adocenado noche Keops, tengo hambre, ahora, de salir a por un entero, un sandwich, las pastillas. Un Anónimo que se presenta como Powell abusa sencillo de metodologías de la admiración. No le respondo en clave. Me pongo a colegir quién pueda (ffyh) ser. Sospecho, arrejunto datas, señalo, impertérrito, paso el melindre. Por qué, será lo que el guasoli se plantee.

Cruzado yo de piernas, sé que estoy leyendo El viaje del elefante, del tan grande como mayor Saramago. Lectura afable, advisora y dulce, a esta altura. Libros que calman, que ubican y vuelven a centrar en "algo", libros del lenguaje de avanzar revisando. Fumo un CJ, continúa l'hambroli, tecleo inane. - "Varillas de afeitar, crema de ordeñe", anoto, contumaz del verso.

Ese reverso: el cruce, y todo tu aroma, J. ¿Serás Betsaida nuevamente rediviva, serás esa mirada, serás nueva? Hagamos de nuestra narración algo agradable, no por lo duradero, sino por la felicidad al alcance de este "collige, virgo, rosae". El éxtasis: con una velita, con música de la tuya. Y vá.

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