22 de febrero de 2008

Leo algunos blogs, prefiero dejar de leer otros. Reenvío a amigos y conocidos un pps que me pareció curioso: fotos de cuerpos pintados, representando imágenes o mimetizándose con la de fondo. El cýber pasa, por esta vuelta, música un poco mejorcita; con los auriculares puestos, por costumbre y para escuchar los clic clic clic de algún link presionado o de alguien que entra o sale de los messengers (cultivo -por no usar el verbo "curtir"- dos). Con una botellita de pepsi-cola (¡digamos "pepsi-cola", así, a lo viejo!) rellenada con una buena agua 'e canilla, que más al natural no puede estar, disfruto de un buen mediodía pasadito, nublado en Córdoba, deseoso de escribir.
Pedro Kuy escribe un lindo soneto en uno de sus sitios (¡yo que tenía noticia de dos, y los seguía, y al hacer el link anterior me vengo a anoticiar de que tiene como 5 blogs 5 a toda orquesta!). Ya voy aprendiendo, poco a poco, de su estilo (su estilo: sus gustos, sus palabritas, sus rimas, sus angustias, etcétera), y me prometo releerlo.
Así como la vida del cheto es dura, del mismo modo es muy trabajosa la vida del blogger. Si se tiene el prurito de estar al día, todo va mal: no podrás cuidar tu jardincito. Yo sé que lo que muestro en esta página como blogs visitados regularmente por mí es un desastre (porque es un desastre), pero, realmente, viniendo a un cýber y pagando por ello, poco mejor puedo hacer, siendo yo como soy. Prefiero pasarme las horas chateando con la dulce Mara, la flaca, la bronquerobardera, la estrepitosa. Y así se pasa la vida, la del blogger que no se esfuerza, la del tomador (o ex-tomador) de gaseosas y diseñador de poemas reiterativos y de extrema pobreza temática.
Que los hados te sean propicios, querido lector. De mi parte, nada esperes. Y, dado que me pongo en tuteador -argentino como vengo a ser, oh César-, sé cauteloso conmigo, recházame, abjura de mí y olvídame. Nada bueno esperes de los escribidores: apelan a tu paciencia y cordura. Cuando más, a tu ecuanimidad. Alerta.

1 comentario:

  1. Qué lindas tus palabras, Pablo. El azar quiso que lea esta entrada ahora, sentado en un cyber de Escobar, medio resacoso porque ayer le entré sin piedad al Fernet con Coca, casi toda la noche. Pero, en fin, sólo querìa decirte: qué lindas tus palabras, Pablo.

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Micrófono abierto a las voces del alma de turno.