20 de febrero de 2008

Pasa el tiempo: cosas intrascendentes

Pasado de despierto, en el cýber de Colinas -al parecer, el único en cuadras a la redonda-, sin sueño pero apenas respirando, escucho música y escribo aquí alguna pavada, como para cumplir. Apenas hay gente en este día nublado, caluroso, húmedo, en este mediodía de toda la ciudad de Córdoba y -dicen- de varias otras más (olvidemos el campo).

Esta noche habrá eclipse lunar -no podría haberlo de sol, pero así reza la información recibida-. Probablemente duerma y, si no, me olvidaré: estaré mirando algo malo en la tele, o leeré algo no demasiado sesudo (devolver Descanso de caminantes y Falconer), o seguiré lidiando con mi VectorLinux, el cual, aunque recomendado para máquinas más bien chicas, es demasiado pesado para mi compu (¡pobre de mí!).

Supongo que estaré aquí un rato más. Tengo listos dos poemas, que no traigo al cýber de olvidadizo o desganado puro, que no publico en El tren, en donde publico cosas tales. No sé para dónde deriva esa tarea (sí: es tarea, ocupación, ejercicio, rutina, la escritura poética; sin que eso quite la inspiración; o: estoy dispuesto a escuchar otras opiniones, como la que tiró Mara en un comment), pero la ejecuto tranquilo, sabedor de que poemas en la red consiguen más lectores, aunque cero plata; ecuación interesante si escribís justamente poesía y no te desvelás más por figurar en la farándula cultural de turno.

Escucho un mal tango, mezclado con algo así como son, o tengo el oído roto.

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