28 de febrero de 2008

Operaciones verbales: un ejemplo ilusorio

¿Por qué, si es desazón el roce destemplado o cuerpo, persiste en amenazas hueras de lo propio? Calígine mutada, un recupero crece en mí: melancolía propia de lo propio, persistencia que duele estambres y que se atrincheró, y propiedad de moros demorados.

Daña la tecla de la meditación; el verbo innato o sirte -pacientes, claro, almejas-, se me acolmena: como una marejada de alguien que dice, hirsuto, que todo pasará, y que incluso lo que se vierte, hallado, en un sentido de oración es pasatismo y fuelles. Desacomodado reloj, fatiga incierta y giro de manubrios que ya no me reconocerían, me entretengo.

Mate, o de la cápsula y medida de que lo que acontece es alce. Ilusionado reloj, medida del atrincherado, hormiga, me descompongo en ciernes por decir.

(Por decir que el lenguaje es falla, y que la temporalidad es cierta, y que todo es dicho como incógnita e inicial, y que todo, es claro, es otro. Acomodado reloj.)

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Micrófono abierto a las voces del alma de turno.