18 de junio de 2008

des poils amatoires

Una cosa vacía. Una cosa que no trata de nada. Llamada texto. Palabras arrejuntadas, organizadas gracias a la gramática todavía imperante en mí, alteradas luego de ser por primera vez redactadas. Publicadas. Olvidadas pronto. Acumuladas aquí.

Ya comienzan a cerrar el cýber: César, el jefe (cierra con la Historia) se pone a acomodar las sillas de plástico, apilándolas, dejando a los "cuatro pelagatos" (cf. Mafalda) que deseamos vaga y fervorosamente frente a teclados y monitores. Lugar sin luz, con la sola luz que los monitores me tiran, le tiran al teclado, a poco más alrededor. Música nueva y vieja, en los auriculares, campera cerrada y zapatos nuevos, y un partido mañana, de fútbol, en lo de un primo.

Me bañé en un baño inmundo y limpio, y no era el mío. Se me mojó un poco el pantalón en el barro, y fui a francés con el culo un poco mojado. A la vuelta cebé un mate (que es rico) y avancé con Rouge Brésil. Y vine a devolver Ghost in the Shell 2: Innocence, que ya voy viendo dos veces. Y no me cobraron recargo por la demora de horas.

Y esta noche quiero terminar de leer el segundo tomo de Juarroz, ese imbancable. Con su more geometrico, con esas demostraciones por absurdo pero sobre todo tontas con palabras simples. Melancólicamente digo: dejame de hacer perder el tiempo, Juarroz.

Comprar libros de poesía. Leerlos. Releerlos. Comenzar a entenderlos: a atribuirles algún significado que me gusta o me sorprende. Aventura solitaria, extrema, que no tiene nada que ver con mi escritura de poemas; porque la escritura nunca termina de tener que ver con la lectura. Sensaciones y necesidades distintas. Malo sería decir: "búsquedas". Desacreditaré, a partir de yá, ese término culturalmente correcto.

Me queda poco tiempo acá. Espero tener, desde mañana, mi Multicanal, en mi gnu/linux, en mi casa. Y encerrarme más: adecuadamente.

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