20 de junio de 2008

Divagues de un guaso.

¿Por qué no sé inglés? Idioma dicen que sencillo, y conveniente de manejar a la hora de "tener que" hacer cosas en la web; entre otras ventajas. Anoche escuchaba en la radio sobre el esperanto, y quería no reírme. O esperanto o inglés. Describían el idioma, y realmente parecía haber sido hecho para lelos. El primero. Acostado en la cama, tres frazadas -la de más arriba tejida por mi hermana menor-, escuchaba hablar, en castellano, sobre ese idioma, y quería no reír. No posar (ante nadie, en ese momento).

Apago mi cigarrillo y doy lugar a los primeros tres brandemburgueses.

Porque todo será una buena melaza. Nos entenderemos, a la muy larga, cuando los siglos hayan pasado y nos hayamos cansado de dialogar. Quería no reírme. Idioma producto de la necesidad. Idioma del intercambio, idioma de la frecuentación.

Textos posibles: pinta un humor extraño, y ahí lo tenés; pinta un humor conformista, y ahí lo tenés, también. La red es apenas un experimento: como todo. Y no estoy pensando: anoto cosas, divago, discierno a veces levemente algo, y lo olvido o lo dejo.

Felisa trepa por mi pierna, y se queda ahí, sobre el vaquero. Se acomoda, le siento las patitas frías. Se ha visto una gata, antes, estacionarse sobre un pie cruzado. Y el oboe del segundo movimiento exponiendo una idea, y luego respondiendo un violín en la cuerda de mi sobre todo, para volver a la orquesta. Músicas habituales; músicas habitadas.

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Micrófono abierto a las voces del alma de turno.