28 de junio de 2008

Es que es tan linda...

Tomo un buen cafè cargado, fumo mi ya quizà dècimo pucho, hoy. Escucho una nueva de Spinetta, y me dejo llevar: acordes dolorosos y sutiles (no alcanzo a saber todas las notas que utiliza en cada uno), letra que no alcanzo a entender del todo.

Comencè el dìa temprano: despertè de pronto a las seis y media. Por lo menos no estaba transpirado. A veces se me transpiran pecho y espalda, y cuando me levanto, pleno invierno, ràpido cachar la campera o al menos el buzo gordo, el negro, porque si no empezàs a toser al toque. Ignoro por què, de dònde.

A las ocho salì a la calle comprè un cuarto de criollos comunes (2 pesos, las careras), y me fui a lo del tìo, a desayunar. Èl ya lo habìa hecho, y me convidò soda natural. Total: criollitos humeantes con soda, se me pasò el hambre. La carpinterìa estaba como siempre; algo màs barrida, me contò de un trabajito de ayer, de los partidos del finde (demasiados Racings para mi gusto), no comentò nada del lechòn apostado.

Virutas, maderitas: la infancia pasada entre las màquinas, montañas de viruta, y el Bobi y el Tobi, tan sarnosos, y la abuela, que nunca me aceptò la invitaciòn al Monumental ("ya no estoy para esos trotes"). Anteanoche, o el otro dìa, se sintieron dos o tres cuetazos, a los dos minutos de que yo entrè a casa. Pero no tengo miedo, no, no: ¿què puede pasar, de queda tirado, ahì? Serà un poco de adrenalina, un poco de taquicardia, què sè yo; y eso, de ser.

Taza "Ushuaia - extinciòn es para siempre". Viaje de la madre al sur, y el abalorio. Pensaba, la otra vuelta, en las palabras "emporio" e "imperio". Todo es heredado; los males, para empezar. Pero nosotros, los de entonces, etcètera. Personas que se pierden en medio de una niebla incierta: la del olvido.

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No acabo de escribir. Me da la sensaciòn de idea no alcanzada, no entrevista. Los pozos del pasado: buen anzuelo, el que muerda algo, el que extraiga, no pozo petrolero, sino aljibe. Ceràmicas arrojadas al agua: llegamos, encontramos lo novedoso, manoseamos, malbaratamos, y de pronto hemos configurado un pasado como que inextricable.

Què bueno que el lenguaje se desprenda de las cosas. Pero las palabras pasan a ser nuevas piedras, opacas o traslùcidas. Deleuze|Guattari: a Freud no le gustaban los tipos que trataban a las palabras como cosas. Las cosas son irrisorias: entretenerse con palabras es a veces (a veces...) cierto contracapitalismo, cierta antiansiedad objetual.

Lindo lenguaje; pero inùtil. La gracia de saberse primitivo: "taza" es como "objetual", para abajo. Hablamos diferente, chocando y tropezando, por inercia individual. Nos la pasamos intentando traducir o inteligir lo del otro: cuando nos ponemos a hacerlo. El lector cuyos ojos resbalan sobre la pantalla: precaria satisfacciòn.

"En fin..." Nada impide usar de a ratos un "nosotros" en el texto: es cuestiòn de retòrica, el mismo texto te lo pide. - Me rìo tanto cuando encuentro, en las revistitas de los testigos, el anhelo por eso mismo de lo cual Nietzsche reìa: el de dormir tranquilamente. Padecedores de la almohada revuelta, el de las vueltas corriendo cada vez màs la sàbana: ¿dispèpticos por palabreros? Anoche soñè de nuevo con una tontita.

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