29 de junio de 2008

El ironizaje: "viaje y epìlogo"

Noche de comenzar otra semana. De eso ya escribì. (Como si se supiera. Como que sòlo es dato interno.) Temitas de acid jazz, volumen respetable aunque no mucho, despeinado pese a la pelada ahora un poco cabezona, la noche para Friedman.

Porque, sì, estoy leyendo Libertad de elegir (de Milton y Rose Friedman), taciturno, y voy subrayando cositas, y lo recuerdo a Menem, y trato de imaginar la cosa: còmo vino la presiòn, el autoconvencimiento, el maravillarse secretamente con "la gran promesa", y empiezo a bailar con bajo y saxo, como si nada (nada: miseria, angustia) importara realmente mucho.

Humo frente al monitor, y va. Toso lento, tos de fumador veterano, crescendo lento el tema, intensidad, el nuevo viejo truco de las noches/pub, anoche me desaburrì el cuerpo un poco. Por una vez no bar, por una vez no charla. Los chicos se lucìan el ironizaje, sonrisas se ladeaban, tugurio o el volumen de don Luca y su marea, y despuès las otras cosas: todos clàsicos, todos el còdigo comùn.

Durar de pie, vasito o botella en mano, cada tanto -salta un buen ritmo- moverse. Lo bueno es la sintonìa cuerpo/mùsica, mùsica/cuerpo, sentido a dos, el buen movimiento. Pero se desvanece.


"En fin": tomo mi mate o costra, chamuyo mi falsa piedra, la desgasto, me incursiono demasiado levemente. Felisa duerme: la muy arracimada, la muy desordena-rollos-de-cocina, la pancha. Toso la lenta, la pulmòn, y me desgano. Supongo que esta noche podrìa revisar Dora Bruder. Retomarlo. Modiano y su mirada. Eso que sigue yendo mal (en esta noche, en este mundo, al menos).

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Micrófono abierto a las voces del alma de turno.