27 de febrero de 2008

A partir de un pucho y un mate se puede derivar, insospechadamente, hacia el asunto del desierto del consumo

Prendo un pucho. Un buen Next, uno extraídode una de las dos etiquetas compradas a las nueve de la mañana. Un pucho en un aljibe de cerámica o cenicero simpatiquito. Aljibe con hornero que espera frente a su barro. Pucho que se resbala y posa apenas su filtro sobre la mesa. Un pucho.

Y el mate, ya demasiado lavado, y Chico Buarque, bien añejadito, a través de los auriculares, y una pequeña sensualidad y goce del consumo.

Cómo es que crece el desierto, si nuestros valores son otros, si no estamos en ningún Sahara de fatigosidad y espanto.

Seamos serios. Algunos recitan sus frasecitas aprendidas en lecturas al voleo, y dictan dictaminan el bueno y el malo desde su facha pronunciando, por caso, despectivamente, un término, espetándolo, llevándolo como medalla de su itinerario.

Y qué palabra se logra, con esta poesía del reviente, con el reviente que impera, con el reviente. Qué trabajo de la palabra acompaña a esa actitud-desplante.

La ironía llevada a cabo de memoria, por rutina y no porque tenga que primar, en un determinado momento. Paso.

Leés Juan L. Ortiz y no captás qué dice. O lo hacés por un ratito, y pasa; porque volvés a tu desierto, y conocés tu desierto, y te entregaste ya a tu desierto. Desierto del que lo lleva bien, con otra figura, snob, y pasa.

En fin: que estas palabras pobres te hagan detenerte, no en el camino, sino en la forma en que andás, lector que es un modismo.

2 comentarios:

  1. Lectura tonta y liviana a mi juicio. Yo entendí perfectamente a dónde apunta Mara. No es tan difícil.

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  2. Hola, jazmín, ¿qué tal?

    Creo, por lo que recuerdo, que no me quedé con la idea de Mara, para atacarla o apoyarla, sino que barajé esa frase, "desierto del consumo", y me puse a improvisar a partir de ahí.

    La entrada es liviana, claro, y puede llegar a ser tonta.

    Mirá que Mara sabe defender sola. Tiene colmillos de vampiresa terribles.

    Saludos.

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Micrófono abierto a las voces del alma de turno.