De hace días que apenas si leo en voz alta. La vida me lleva: si no es Lagarto, a quien, enamorada, la Mejoradora de Mates acaba de abrirle las puertas de La Babía, es una choripaneada con poetas y demás, en que hubo un gran momento de sintonía "espiritual", sí (y qué magníficos se nos volvían entonces los versos), pero también advino la inevitable hora del pavoneo de los Ego's mil: "humanos, demasiado humanos". La vida lleva: y uno se deja flotar y hundir por entre esas lentas y potentes aguas de un río, y a veces toca toscas severas, milenarias, a veces arenisca entre los labios, y a veces meandros, y algún remanso.
Fumo. Escucho Double Or Nothing (2002). Los Imparciales que recomendó Alejandro ($6,00 frente a los $5,75 de los Particulares, sí; pero son, ojo al piojo, más largos) no saben para nada mal. Estamos por pedir lomitos (estamos, como quien dice, de mesario), y el día ha sido bueno. Preparo el primer amargo como quien no quiere la cosa: descalzo, las tan viejas ya baldosas de La Babía's Personal Home se hacen sentir en la planta de estos mis pies de 40. Casa con memoria, o casa de la memoria, vuelvo a veces a ver dónde estaba el viejo televisor, dónde el gran sillón, dónde la silla de mi abuela, dónde, por momentos, ella: ya de no ser.
Fumo. Estoy a punto de tomar mi primer mate de esta vuelta. Los dos vientos del primer track tiran caos. (Los perros son de ser, Obviols, coprófagos: Lagarto insiste en catar los teresitos de Felisa, por más que la Mejoradora de Mates le aplique papirotazos aleccionadores. Ciclo de los parásitos: tenés un huésped, el loco te tira a buscar más, o a buscar en qué eclosionar, y vuelta a empezar. Y a la mierda el sujeto.)
Toso. Dispongo a los pies la alfombrita marrón opacidad terminación prolija: la mía. Imparciales 100: el cigarrillo, su filtro son más largos. Lagarto, caja recortada, se rasca lo parasitario: será mañana o el lunes cuando se venga la gran higienizada. "Los gatos de la Acrópolis", sí: pero entre nosotros yacerá por unos días el enemigo (¡¡¡MÍSTER MÚSCULO!!!).
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Fumo. Me acuerdo de Nikita, tan malamente espichada. Un auto, sí: la vaga, su cadáver. Lo encontré depositado entre las aguas al borde del cordón de la vereda de la Tejedor, casi al frente de mi casa. ¿Hasta ahí se habría arrastrado; alguien la habría apartado de la ignominia de seguir siendo pisada por las ruedas, alguien le habría evitado, misericordiosa Antígona, el quedar convertida, pobre minina, en papilla? La Mejoradora teme por Lagarto: corazón de mujer. Pero de lo eventual nada sabemos: apenas si barajamos, cuando lo hacemos, depauperadas conjeturas.
(Fumo. Lagarto se echa su primer cloro adentro. Aleccionamiento: y nosotros mismos tendremos que disciplinarnos a nosotros mismos para sacarlo regularmente a pasear.) Días en que encontramos otros, nuevos ritmos, más tranquilos, más dosificados (la fiebre fue intensísima, agotadora), días en que apostamos más sabiamente.
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Me cruzo de piernas. El contrabajo ("Angels") hace cosas con el arco. Hemos pedido un par de lomitos, y un auto pasa a mediana velocidad por la Agustín Garzón. (Días, sí, en que este día es redondo y lento, con mucha fiaca; días, sí, en que en este día se pajerea a cuatro manos. Días de placer y pereza; "y la vida es un ángel".)
¡¡Cuanta vitalidad en estos dias!! el perro le sienta bien. Aunque no sea un golden retriever...
ResponderBorrarCon el perro me siento bien: flor de asiento (para la escritura) que practico. El perro es una masa. Pero su señora es, ya se sabe, una grossa.
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