8 de agosto de 2007

"El tiempo pasa", escribo, desde hace un tiempo, en mi Diario, con cierta insistencia, quizá con melancolía. Pero no estoy exactamente mal: estoy haciendo lo que de hace tiempo quería, sin culpas, sin vueltas; simplemente los días pasan, y a ellos se añaden pasos, y miradas, y confirmaciones.

Una cierta rutina, tibiamente agradable, en la que vivo sin tontas persecutas, y comienzo a disfrutar, por fin, la década de los treinta personal. Escribo cada tanto algún poema, con diversos estilos y temas, sin ceñirme estrictamente a uno u otro de entre todos ellos, y no pienso en armar un nuevo libro, todavía.

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Me pasan el dato de un blog, que por ahora no me llama mucho la atención, porque, como estoy en un cýber, no tengo el ambiente (y, por ende, vuelan las ganas) propicio para leerlo. Ahí, por las fotos, veo que se habla, entre otras cosas, de un problema que tuvo un amigo artista con quienes consideraron que sus cuadros eran reprobables y, por eso, los destruyeron. Toda una historia, en la que no ahondaré ahora. El sitio parece culturoso, y eso también hace que se me vayan las ganas, al menos hoy, de leerlo.

("Culturoso" como la cultura comentada en cierto tono, que me cuesta describir, pero que es característico de la terminación "-oso".)

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