18 de julio de 2008

Acaba la semana: y estoy solo

"Justo a la hora que en España se asesinaba a Federico", escucho en Silvio. Tomo mi mate de la constancia, sabroso ahora en la gripe, y sigo a Felisa con la mirada: inquieta, seria, concentrada, inicia carreras súbitas y más bien breves, luego se aleja, disimulando, cheta.

Poco para comentar: que padezco tontamente, de a dos, de a tres horas, llevado por los chuchos leves, mejorando, después de haber visto al médico, con fe en el restablecimiento, como es de prescribirse en estos casos.

Poco para comentar: no tengo fuerzas para leer, se me debilita el cuerpo, tengo que parar seguido. Escucho mucha música. The deception of the thrush: ejercicios de ascética musical, demostraciones de fuerza. Old friends, new friends: hay algo en él que no me termina de convencer. No es que sea como de laboratorio, pero la belleza de sus composiciones tiene cierto toque gélido (la coronaria de Giannuzzi). Y así otros discos.

Los mates de estos días están tan buenos. Para empezar: no me asquean. La tos no es flemera, el moco es transparente: cepa que llegó para ejercer en mí. Por lo pronto, Silvio sigue tratando de la fascinación y otras cuestiones. Todo lo hemos sabido de siempre; son las extravagancias lo que nos aleja del mejor color. Todo era así, antaño, y, sorprendido, veo que, de todos modos, no se malgastó del todo el tiempo.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Micrófono abierto a las voces del alma de turno.