3 de julio de 2008

Ripios, y la bondad

El nuevo de Spinetta, resarciré torcido, aguas y consejas, noche como el ateo, el pulcro. Me fumo el hábito o canción, desatendido resplandor que bien calza con la prolija. Pero no hay hambre, tomo la coca de desnudo, vendo tu vientre, exhausto por tomadurías de pelo tristes. Como que aclara, y de corrido, ejerce el diapasón/teclamen, vocabulario al pie.

Se afana en consentir la percha, la gutapercha de la nervadura odiosa, derecho como Ginebra a la balanza, personal, consulta con la regresión, y evalúa los costos netos y redondos de las fritangas, churro de la impropiedad. Comparsa, fantoche que elabora en ristras, rotación/aljibe que se desmadra, los que abandonan.

Toso como la plebe, escudriño la joya carcomida de los que se arrastraron en pos del qué de su nadie, me acumulo en años sobrecrecidos, no extirpados, no roídos, no melancólicos de "no importa cuál" Jamaica. Esparce harinas de saber octogenario, se solaza con la vegetación forzada -ese lazo-, desentumece la sombra/hoguera, a respirar.

Su para qué se advierte y se divierte en la estación de la otra cuadra, la estancia de galpones de herramientas, los estantes pecaminosos de ocultarás tu siembra, todo el Emporio. Diademas compañeras de su rima, su Su y su SuSE, perdida cantilena que acordarás entre esquinas llamadas hembras, pedazo de recuerdo, pasan los pasos, se resienten los cuerpos en verdad, y tanto os digo, chic, y tanto murmurio como dardo que el marlo funge.

Me rasco las encías con rastrillos/puerros, y la pared es blanca, y tanto adorno es sólo de los nombres, nomenclaturas e hidromiel, pienso en la yerba. Bobinas malhumoradas, desplantes como poblaciones, se retrotrae al Agro, lenguaje como parrilla de un toc-toc que alumbrará, la música y las cuentas del incienso, ronronea, muy parapetado en ellas. Su mucho jazz, los muérdagos y Marion, titiriteros con frío y, de su arroz, el alce: chopo desencadenado contra los cristales del peine.

Todo su más es lenta. Guardarropía en busca. Fumata pascaliana, versos como lo más conocido de la ceguera. Arrope frío, y el entimema, que se declara, y ventiscas almibaradas. Cita, pues, que es de oficio, y alfanje que se me hundió en Peer Gynt.

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