21 de julio de 2008

Ya está basta, yá

Felisa husmea la bolsa de basura que todavía no saqué a la vereda; luego "toma" una tapita de Sprite y se pone a jugar con ella. Yo comienzo a fumar despaciosa, cautelosamente -luego de la furiosa gripe que me mantuvo en ascuas toseriles-, y escucho Aloha, divirtiéndome mucho con las letras.

Almodóvar, se lee por ahí, gusta de este grupo de músicos catalanes. Grupo extraño, Le Diablo Mariachi, cuya voz principal canta en francés letras cómicas y sulfuraditas. Los vi en YouTube, y el tipo gusta de cantar poniendo entre su garganta y el micrófono un altavoz muy Clarín.

Nublado, en Córdoba. Brisita pertinaz pero no aleve. Por suerte mañana retomo las clases. Me harté del hastío. No pesaroso, claro, pero secante. Ni siquiera un buen libro de Stanislaw Lem que comencé a hojear salvó las papas. Menos que menos los Escritos 1 de Lacan, que tengo que devolver a su esotérico dueño.

Mate lavado, impaciencia de que todo comience de nuevo. Salir a caminar, claro. Ver cuerpos en movimiento, alternar con otras voces.

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Micrófono abierto a las voces del alma de turno.