21 de julio de 2008

Me pica el bagre

Maravillosa Marisa Monte: escucho un disco suyo que me enamora dulcemente. Recuerdo un documental con la obra de Carlinhos Brown, esa escuelita de música en un barrio marginal de no sé dónde, y en un momento cantaba con ella. Feo peinado llevaba entonces: ricitos negros; pero qué voz.

Lo de los ricitos me hace acordarme de Noche y día, esa novela de Virginia Woolf en la que había una prima del campo, muy siglo XIX aunque ya era el XX, cuyo peinado me lo imagino así, con esos ojos.

Ayer salí a por libros. Compré Rocamora, de Alejo Carbonell, que devoré con aplicación y gusto. Poemas tranqui, de aliento sencillo, de a ratitos de una épica accesible. Libro vendido a choreros $15, por los más choros todavía de Rubén. No entiendo por qué tan caro, si ni tapa buena tiene el libro: no más de 110 gr. En fin: el precio, a criterio de buen ladrón.

Me fui a la Mediateca y saqué Beckett y Breton. El francés de Molloy es muuuy accesible: lo recomiendo.

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"Una pausa de mil compases"... Bellísimas canciones. Qué de naderías se pueden anotar. Me acuerdo de una mujer que gustaba de Chico Buarque, y parece que también de mí. No pudo ser, porque no pudo ser. Pero su belleza salvaje, su cuerpo eléctrico y lento -Whitman y el cuerpo eléctrico-, su estilo inagotable de mujer que se sabía potentemente bella, al menos para mi deseo.

"Dicen que fue llorando, sonriendo, cantando"... Explota el rostro o borbotón contenido de lágrimas de felicidad, de esa emotividad artístico-popular, y me prometo cosas para las próximas horas; enaltecido vislumbre. Estado apto para escribir bien, al menos en mi caso; o escribir cosas que amo escribir. Lo verdadero.

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Algo le falta a este post. Algo como sustancia. ¿Un poco de la melaza de Dune? Me esperan fideos de anoche, me espera esperar, me espera ir a francés, a las siete y media, y esperar. Releo por estos días el seminario de Lacan sobre Poe, y esta vuelta no me parece tan pelotudo, tan soberbio. En Córdoba hace frío, y de a ratitos se levanta una muy ligera brisa, que pronto se va. Tengo las cortinas corridas, y las celosías -"Preso ventanilla"-, y no pienso bañarme, hoy. Tengo mis discos, tengo mis libros, tengo mi internet; sal le falta a todo esto: una pechugonita que bien aspecte las horas. Y que no llega.

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