20 de julio de 2008

Comentarios a las cuatro de la mañana

Franco, en el chat, me cuenta de un jazz peruano que escuchó en Buenos Aires, todo a raíz de que yo le comenté de un jazz como que catalán, compact que acompaña a una revistita del género, de procedencia peninsular. El primer tema del mismo, jazz flamenco, un trío (saxo, bajo, batería), y los músicos sobregrabaron palmas: muy ajustadas, prestas, veloces.

Cuánto dura la música nueva. La oís varias veces, y funciona, sólo hasta el momento en que la mente empieza a andar; y tapás entonces el sonido con pensamiento, y te hastiás, y le echás la culpa al disco. Máquina deseante perfecta para propiciar el consumismo cultural.

Suena el tic-tac del reloj, atrás, sobre la mesa de comer y de leer. Deambula con otro 'tempo' que el de la música. La falta de foquito en el ambiente, la luz insomne del monitor, que ilumina fantasmagóricamente un escaso alrededor, todas las cosas del depto: no es que acá aguante, tan mal no la veo a la cosa. Valoración de lo propio: no es un sitio súper ordenado, por lo que ¿algo falla?

(Ganas de largar de nuevo: de estar leyendo de vuelta. De llegar a entender: palabras, giros, ideas. De convencer, y de caer en la cuenta, avergonzado. De andar, en fin, por el ágora.)

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