24 de julio de 2008

Sintetizado alfanje

Tos pertinaz, le decía a alguien; tos de seguir fumando, a pesar de haber salido hace poco de una gripe, y de fumar un pucho cada 20 minutos. Pulmones que se duelen, al toser, a veces me ahogo, y si la tos llega a lo último siento una ligera arcada. Tos de ser cuerpo envejecido; sin que lo dicho signifique que me arrepienta, no.

Escucho jazz. Temas grabados entre 1943 y 1948: los V-Disc, esos viejos discos de 78 rpm, ahora en cd. Fuerzas Armadas de un país haciendo, por una vez, música linda. Y hoy cae Menéndez. Tomo mi amargo, no pienso en nada en particular. Los de Akahatá parecen ser chiquilines reivindicando a dos o tres monstruos sagrados, demasiado venerados -¿conocerán a otros escritores, aparte?-; me caen simpáticos: yo, que también tuve 20, hace un tiempo.

Día agradable, en Córdoba. Ligera brisa, sí, pero el solcito, que imperó a lo largo de la jornada. Y me hice de un celular, yo, que los odiaba. Y espero a que me llamen. Y lo pongo a cargar. Primero Felisa, ahora este otro muchachito: la soledad.

Me acomodo la espalda, la crujo. Nada maravilloso escribo. Órgano con pedal de volumen. Releí una Antolojía poética de Juan Ramón Jiménez y me puse a pensar cómo sería eso de vivir toda una vida en estado de creación poética. Demasiado vulnerable, te volvería: algo hay que ceder, algo hay que devolverle al mundo. ¿Qué podría revelar una buena biografía de ese poeta? ¿Que tenía depositadas un millón de pesetas en Suiza? ¿Habrá muerto de un pinchazo, también él? Poemas agradables y con palabras muy sencillas, muy comunes.

Prendo otro pucho. Sol que comienza a ponerse, el humo del cigarrillo se quiere disimular entre la sombrita inmaculada. Toso una vez más, carraspeo, gargajeo infructuosamente. Y hoy cae Menéndez.

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